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Vicente Azpitarte

Manos manchadas

El fútbol español tiene un cáncer y algunos de sus dirigentes no saben cómo extirparlo.

Es incomprensible que el secretario general de la Real Federación Española de Fútbol impute sobre el árbitro toda la responsabilidad de suspender o no el encuentro entre el Atlético de Madrid y el Deportivo de la Coruña. Es llamativo que el presidente de los rojiblancos se escude en que el asesinato se produjo a 300 metros del Vicente Calderón para restar relevancia al asunto. Es lamentable que el Consejo Superior de Deportes, el único que pareció activo durante toda la mañana, no hiciera una llamada al sentido común y, junto con los mandos policiales, evitara la disputa del partido. Y es detestable que la Liga de Fútbol Profesional no imponga su capacidad de gestión para evitar que se dispute un encuentro que no interesó ya a nadie y en el que se podían haber producido disturbios como consecuencia del asesinato previo.

El fútbol español tiene un cáncer y algunos de sus dirigentes no saben cómo extirparlo. FC Barcelona y Real Madrid dieron ejemplo echando de sus estadios a los radicales, no así otros muchos equipos. Ultras enfermos que quedan para desatar auténticas batallas campales pero que después encuentran en sus clubes el apoyo para ser una parte importante de su hinchada. Que los clubes les den facilidades para entrar en el estadio local, les ofrezcan el acceso a entradas para los partidos que se juegan fuera, o permitan que las estrellas del equipo les visiten en actos de homenaje, les convierte en cómplices de esta gran lacra.

En Grecia, la liga ha parado durante las últimas dos semanas por diferentes disturbios. Ningún fallecido, pero sí la dignidad de no continuar hasta esclarecer los hechos. Aquí, ni Villar (RFEF) le coge el teléfono a Tebas (LFP) para cancelar el encuentro. Ni Cardenal (CSD) consigue que los dos máximos dirigentes del fútbol español se pongan de acuerdo bajo el sentido común para un asunto tan relevante. Eso sí, sólo nos queda claro que la culpa de que se disputara el encuentro, según el inepto de Jorge Pérez, fue del árbitro. En manos de estos señores está el fútbol español.

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