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Víctor Cheretski

Cava español y mafia rusa

La policía rusa ha tardado nueve años en investigar el “caso Codorniú”, una triste historia relacionada con la desaparición de 360 contenedores con más de 4,5 millones de botellas del famoso cava catalán. Y es que, a principios de los 90, a Codorniú se le ocurrió promocionar su marca en el país post-bolchevique. Hasta propuso financiar, con una parte de sus futuras ganancias, los Juegos de Buena Voluntad que debían celebrarse el año 94 en San Petersburgo. La empresa contrató el barco ruso “Akademik Gorbunov”, que llevó los mencionados contenedores a San Petersburgo. La mercancía fue depositada en la aduana rusa en espera de su promoción.

Según los datos de la investigación, los representantes de Codorniú fueron contactados, al día siguiente de llegar las botellas a tierra rusa, por los mafiosos que en aquel entonces compartían el poder en la ciudad con el alcalde “demócrata” de San Petersburgo, Anatoliy Sobchak. Este último, considerado el “padre espiritual” del presidente Putin, murió hace dos años en un prostíbulo al mezclar alcohol y viagra, lo que le causó un paro cardiaco. Uno de los capos que actuaba en nombre de la todopoderosa mafia “Tambov”, y que figura en el caso con el nombre de “El Cuñado”, pidió un considerable porcentaje en el negocio catalán. Los medios rusos aseguran que los representantes de la empresa rechazaron esta demanda, lo que motivó graves consecuencias.

Poco después, el delegado de Codorniú vio con enorme sorpresa que su producto se vendía en los comercios de San Petersburgo sin ningún permiso de su parte, ya que la campaña de promoción ni siquiera había empezado. Además, las botellas costaban sólo unas 500 pesetas, el precio previsto para los mayoristas. Los catalanes se dirigieron a los almacenes de la aduana y los encontraron completamente vacíos. El escándalo fue tal que obligó al entonces presidente Yeltsin a ordenar una investigación de la Policía.

Los agentes se enteraron de que, gracias a unos papeles falsificados, la mercancía fue robada , cargada en 360 camiones y distribuida por toda la amplia geografía rusa. Se vendió en un par de semanas gracias a su bajo precio y la alta calidad del producto, bautizado en las estepas rusas como “Champán español”. El responsable de la operación fue otro capo de la mafia llamado Anatoly Pankrev, que murió en un arreglo de cuentas días después del robo. Así que, formalmente, no se puede acusar a nadie de esta desaparición. Tampoco hay posibilidad de devolver el dinero, aunque se sabe que una parte del botín cayó en manos de unas personas, relacionadas con los servicios secretos rusos, al parecer, en agradecimiento por la protección que ofrecían a la mafia.

La prensa rusa escribe que estos personajes han sido detenidos recientemente. Y es que el “caso Codorniú” todavía no está cerrado, pero sí es un buen ejemplo para los que pretenden hacer negocios en Rusia.

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