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Víctor Cheretski

¡Cherchez les russes!

Es raro, pero estos días nadie menciona que el fuel vertido en las costas españolas es ruso. Al parecer, tampoco nadie quiere pedir responsabilidades a la compañía rusa que fletó el petrolero, autor de la catástrofe ecológica. Me imagino que uno pueda pensar que los rusos no conocían el estado del barco y lo fletaron por casualidad. Pero, desgraciadamente, en este mundo nada es casual, especialmente si conocemos quién está detrás del asunto.

El grupo “Alfa” que utilizó el “Prestige” representa uno de los rostros más perversos del “salvaje capitalismo ruso” con su estructura y los métodos mafiosos. Su presidente, Mijaíl Fridman, de 38 años, es conocido por sus estrechas relaciones con el mundo del crimen, pero también por su relación con los políticos rusos de más alto nivel. Empezó en los años 80 con el “negocio” de la reventa de entradas en el teatro “Bolshoi” de Moscú. Para “proteger” su negocio colaboraba como “soplón” de la Policía.

A comienzos de los noventa importaba azúcar desde China, pero también se dedicaba a la droga. Su don de “compartir” los beneficios con policías y políticos le permite salir adelante en el ambiente de corrupción total que vive Rusia. Su capital personal equivale, hoy en día, a 1.800 millones de dólares. Así que es uno de los hombres más ricos del país. Su empresa es una telaraña que cubre el mundo entero. Sus negocios petroleros los realiza, en muchas ocasiones, a través de paraísos fiscales, incluido Gibraltar, donde tiene numerosas empresas fantasmas dedicadas al blanqueo de capitales.

Es de recordar que Gibraltar es el quinto inversor “extranjero” en Rusia. Según la prensa moscovita, gran parte de este dinero pertenece a las empresas del grupo “Alfa” que regresa a Rusia bajo la intocable bandera extranjera. Por supuesto, el único principio que reina en el grupo es “cuanto más dinero mejor”. Así que fleta los barcos sólo de las compañías más dudosas y sin escrúpulos. La seguridad no importa. Lo que importa es “ahorrar” algo de dinero.

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