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Víctor Cheretski

El europeísmo utópico

Los rumores de que la integración en la UE de los diez primeros países del Este será de nuevo aplazada no nos extraña, ni sorprende en absoluto. Al parecer, no hay dinero para eso. Alemania, el principal donante, no quiere soltar otros 20.000 millones de euros que cuesta la integración. Nos imaginamos que los alemanes saben mucho mejor que otros miembros de la UE lo que cuesta convertir un antiguo país bolchevique en una democracia occidental. Lo sabe por la antigua RDA, y eso a pesar de que esta última fue el país más desarrollado y progresista del mundo comunista.

La noticia de un nuevo aplazamiento es mala para los candidatos que desde hace varios años están en la cola para empezar a disfrutar del comedero europeo. Pero para nosotros, este retraso es lógico. Lo que siempre nos ha sorprendido ha sido la ligereza con la que ciertos líderes europeos han prometido, en su tiempo, la entrada fácil de los mencionados países bajo la romántica idea de crear una gran unidad europea.

Nos extraña porque hasta ahora la Unión Europea nunca ha sido una ONG caritativa, sino un organismo muy serio de países democráticos desarrollados: una unión de iguales basada en la competitividad de las economías de mercado y en estrictas normas de convivencia. Así prosperaron, ya que cada uno hacía su aporte a la causa común y gozaba de los avances de los demás. Merece la pena recordar lo que le costó a España entrar en este club elitista. Y ya era la España democrática, próspera y desarrollada de los años 80.

Por todo esto, son de risa los intentos de unos analistas ingenuos de compararla con la Polonia o la Eslovaquia de hoy. No obstante, se sabe que en su día aquí hubo polémica sobre si merecía la pena hacer sacrificios para pertenecer a este organismo común europeo.

Nunca nadie nos ha explicado de forma clara cómo va a funcionar el “mercado común” con miembros tan problemáticos como los países del Este. Por ejemplo, ¿cómo será integrada en la Unión la agricultura medieval lituana o la rudimentaria industria polaca? ¿Cómo será el aporte de estos países a la causa común? Actualmente es de miles de inmigrantes hambrientos que huyen sobre todo porque no creen en el futuro europeísta de sus países y prefieren hacer cualquier trabajo para sobrevivir en Occidente.

No, no pretendemos despreciar los esfuerzos de los países del Este para mejorar su situación. Lo único que intentamos sugerir es que estos esfuerzos no siempre han tenido mucho éxito, sea por razones objetivas, sea por los errores de sus dirigentes. ¿De qué “igualdad” en el marco de la Unión podemos hablar si en el país más desarrollado del Este, Chequia, el salario medio interprofesional es la tercera parte del salario mínimo en España?

Por supuesto, la UE siempre ha ayudado a los países subdesarrollados, pero nunca los admitía en su seno. Así que no hay experiencia sobre el asunto. Tampoco estamos al cien por cien persuadidos de que los países candidatos han democratizado suficientemente su vida política. Se sabe, por ejemplo, que la población de Letonia está dividida en dos partes. Una, la rusoparlante, está marginada, ya que no tiene ni los derechos elementales. Además de la xenofobia oficial, las autoridades de esta misma república son “famosas” por la adhesión a su pasado nazi-fascista. El poder patrocina las fiestas de los antiguos SS, que gozan de todos los privilegios de veteranos honorables. ¿Es necesario tener todo esto dentro de la Unión Europea?

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