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Víctor Cheretski

Los "intocables" de los Urales

La ciudad industrial de Ekaterinburg (los Urales), patria chica del ex presidente Yeltsin, está en manos de la mafia. No se trata de mafiosos de poca monta como fue el caso de los tres individuos arrestados en España por recorrer los prostíbulos de la Costa Brava con pistolas.

Los mafiosos de Ekaterinburg, los todopoderosos “hermanitos del Uralmash” (la fábrica de maquinaria pesada más grande de Rusia, de donde procede el núcleo de la banda) se alojan, cuando salen al extranjero, en hoteles de superlujo y en muchas ocasiones son intocables para la policía ya que llevan en sus bolsillos, en vez de pistolas, pasaportes diplomáticos por ser diputados u hombres de negocios muy importantes.

Además del poder político en su inmensa provincia, este grupo del crimen organizado, que cuenta con más de 500 miembros, “controla” unas 200 empresas y 12 bancos, según el periódico digital ruso Grani de orientación liberal. La banda nació con las reformas “democráticas” de Yeltsin y se dedicaba a la extorsión, asesinatos por encargo, robos, narcotráfico y prostitución. Pero a mediados de los 90, sin abandonar sus fuentes de ingresos tradicionales, se lanzó a la banca, la producción industrial y el comercio exterior, convirtiéndose en la verdadera dueña de la provincia.

Las empresas controladas por la “familia del Uralmash” normalmente no pagan impuestos o gozan de grandes privilegios a la hora de pagarlos. Para algo sirve la cobertura política de la mafia. El único problema que tiene la banda es la competencia de otros grupos criminales, considera Grani. Estos grupos no son tan poderosos pero molestan a los “hermanitos” como las moscas al buey, intentando quitarles algo de negocio. Así fue en el caso del narcotráfico. Los barones del “Uralmash” decidieron hace cuatro años ceder el negocio de la droga a la policía local. “¡Los polis también deben comer para protegernos mejor!” —dijeron los mafiosos— y crearon una ONG llamada “La ciudad sin droga”. Su propósito era luchar contra los “camellos” independientes, ya que la policía merecía el monopolio de la droga por sus méritos ante la mafia. La “lucha” de esta ONG fue exitosa. Las “brigadas” de los matones de la mafia recorrían las calles proporcionando palizas a los “camellos” antes de llevarles, en muchas ocasiones inconscientes, a las comisarías. Han conseguido hasta echar de Ekatirenburg a los clanes gitanos que se dedicaban al negocio de la droga.

Por otra parte, la mafia abrió un “centro de desintoxicación” para mujeres jóvenes. “Actuamos sin medicinas ni médicos y nuestros resultados son excelentes”, decían los miembros de la banda. No hay duda, porque al parecer se trataba de un burdel gratuito para los mafiosos y sus amigos. En cuanto al “centro”, para los drogadictos varones parecía más bien una cárcel privada donde los “pacientes” permanecían esposados y vigilados día y noche.

La policía municipal recibió el monopolio de la droga pero no ha podido gozar de este privilegio durante mucho tiempo. Sus colegas de la anticorrupción y de la lucha contra el crimen organizado, al parecer, informados por los rivales del “Uralmash”, detuvo en los últimos tres años a decenas de oficiales de los “municipales”. Así, la ciudad de Ekaterinburg ha sido campeona en detenciones de policías-narcos. La cosa llegó tan lejos que los de la antimafia atacaron el burdel, desarmaron a sus guardianes y liberaron a sus “pacientes”.

Los mafiosos no lo pudieron aguantar porque era su desafío más importante desde que asumieron el poder político y económico de la ciudad. Movilizaron a la “opinión pública” para protestar contra las “arbitrariedades” policiales. Consiguieron el apoyo de numerosas personalidades de la provincia, incluido el arzobispo Vikenty. Y el burdel fue reabierto. ¡Por algo dicen que la mafia es todopoderosa e invencible!

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