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Víctor Cheretski

Muere el líder histórico del fascismo ruso

Ha muerto Dmitri Vasíliev, de 58 años, líder histórico del fascismo ruso, presidente del Frente nacional-patriótico “Pámiat” (Memoria). El Frente y su líder, fotógrafo de profesión, aparecieron en la Unión Soviética, a mediados de los 80. “Pámiat” declaró oficialmente que su propósito era “recuperar la memoria histórica de la nación”. Se dedicó a restaurar iglesias y monasterios, devastados por el régimen bolchevique. Organizaban reuniones y mítines en Moscú, vestidos con trajes folclóricos rusos. Con la apertura gorbachoviana se lanzaron a la política. El objetivo de su crítica fue el comunismo, pero también cualquier movimiento democrático y, en especial, la prensa liberal. Al mismo tiempo hacían propaganda de su propia interpretación de la historia rusa.

La culpa de todas las desgracias de los rusos, según Vasíliev y sus seguidores, la tenían los judíos, enemigos mortales de la “gran nación ortodoxa”. Y no sólo los judíos: en las listas de enemigos figuraban todas las demás naciones porque, según los fascistas rusos, el mundo entero ya estaba en manos del “complot judeo-masónico”. El que escribe estas líneas fue citado en un panfleto de “Pámiat” como un “enemigo sionista”, “extirpador de bebés ortodoxos”, “envenenador de almas eslavas”, “asesino, violador, anticristo, judas”, etc. Mi “pecado” consistía en que colaboraba a principio de los 90, desde El Cairo, con los programas en ruso de la emisora estadounidense “Liberty”.

Mientras tanto, en la misma época se produjo una profunda crisis en la organización ultra-nacionalista. El joven aprendiz de Vasíliev, Alexánder Barkashev, formó su propio grupo llamado Unidad Nacional Rusa. Barkashev no se contentaba con hablar y escribir chorradas sobre los judíos y los demócratas rusos. Empezó a formar grupos paramilitares para “pasar a la acción directa”. Los rapados con uniforme negro y “kolovrat” en el brazo (cruz gamada rusa) aparecieron en muchas ciudades. Se saludaban levantando el brazo y con un “¡Viva Rusia!” al estilo nazi. Protagonizaron munerosas reyertas y disturbios en la capital y, en especial, en las ciudades provinciales. En otoño de 1993, durante la revuelta nacional-bolchevique, participaron, con armas en la mano, en los combates callejeros contra la policía y el ejército.

El auge del fascismo ruso fue frenado en los años 90. Y es que sus ideas ultra-nacionalistas fueron “robadas” por el mismísimo gobierno del presidente Yeltsin y utilizadas como ideología oficial. La famosa frase de Yeltsin de que la “patata rusa es la más sabrosa del mundo” quitó a los fascistas ortodoxos muchos seguidores. Esta misma ideología sigue siendo oficial en la Rusia de Putin.

No obstante, el grupo “Pamiat” sigue vivo. En una página página) explica su credo político. La única forma adecuada para gobernar Rusia es devolverle la “monarquía ortodoxa absoluta” donde el “tsar es un elegido de Dios”. Sólo el “absolutismo divino” es capaz de oponerse al “mal universal de la globalización” que es un “intento de imponer al mundo un rey judío”. Así mismo, el fascismo ruso es un “regalo de Dios”. Es un “símbolo espiritual que establece el órden divino en el mundo” y consiste en la unión de tres conceptos “Dios-Tsar-Nación”. No se puede confundir el “fascismo ruso”, don del Todopoderoso, con el nacional-socialismo alemán que fue “otro invento judío para apoderarse del mundo”. Democracia es una “criatura perversa de las fuerzas oscuras satánicas”. El parlamentarismo es un instrumento de los judíos para convertir a los pueblos en un rebaño cosmopolita.

¡El fascismo salvará a Rusia y al mundo entero, señores!


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