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Víctor Cheretski

Putin a las puertas de Bruselas

La caballería de la diplomacia rusa ya está en el campo europeo. Los caballos, intranquilos, dan coces; las hordas de intrépidos cosacos no están para bromas ni demoras. A la cabeza de sus tropas, el mismísimo presidente Putin, en una yegua blanca de triunfador. Hace unos días ha conquistado Berlín. Los diputados del Bundestag le aplaudieron de pie, y le entregaron las llaves de sus corazones. Ahora le toca a Bruselas. Aquí las cosas no parecen ser tan fáciles. Algunos “burócratas y retrógrados” europeos, según la prensa rusa, todavía intentan recordarle a Moscú sus desmanes en Chechenia, sin que se apresuren a abrir las arcas comunitarias para que el Kremlin pueda meter la mano.

Putin, deseoso de aprovechar la angustia creada en el viejo continente por los ataques terroristas, despliega la artillería pesada de sus argumentos. Y al parecer, los baluartes europeos ceden bajo las salvas de su lógica. “Somos buenos chicos”, dice el presidente. “Luchamos contra el terrorismo internacional desde hace mucho, tanto en Afganistán como en Chechenia. Apoyamos al mundo civilizado en todo y estamos dispuestos a formar parte del sistema colectivo de seguridad”.

Al parecer, los políticos europeos siguen reflexionando, pero ya tienen preparada la bandera blanca para rendirse ante los encantos de Putin. Les ofrece su más estrecha colaboración con la OTAN. Está dispuesto a entregar a la Alianza Atlántica hasta sus secretos militares de carácter estratégico. Y todo a cambio del reconocimiento de que en Rusia ya existe democracia y economía de mercado. Este reconocimiento puede significar la posibilidad de recibir cuantiosos créditos e inversiones.

Y como un arma más persuasiva, Putin esgrime el factor del combustible, prometiendo a los europeos una “estabilidad energética” gracias a los futuros suministros de gas y petróleo ruso a Europa.

Mientras el presidente lucha cuerpo a cuerpo con los “burócratas” de la UE, su retaguardia no permanece con los brazos cruzados. El aparato propagandístico kremliniano sigue diciendo al mundo que las cosas en Chechenia “van bien” y por vía pacífica. Según el encargado putiniense para la información sobre Chechenia, Serguey Yastrjembski, los representantes del gobierno “establecieron contáctos telefónicos con miembros de la guerrilla moderada”. Es más, los chechenos moderados, “eufóricos” con la oferta de Putin para que depositen sus armas, se entregan a las tropas rusas.

Al mismo tiempo, Yastrjembski rechazó enérgicamente la propuesta del comisario europeo de derechos humanos, Alvaro Gil Robles, de reunir en Bruselas, el próximo mes de noviembre, a las partes del conflicto.

Mientras tanto, desde Chechenia nos llegan noticias que contradicen las declaraciones de pacificación de Yastrjembski. En los últimos días, las fuerzas especiales desplegaron una ofensiva sin precedentes contra la guerrilla en la zona de Duba-Yurt, Chiri-Yurt y Stariye Otaguí. Más de 60 combatientes chechenos fueron aniquilados, entre ellos el famoso integrista jordano, Abu Yaqub, alias “Salmán”. Las operaciones fueron realizadas con la misma brutalidad de siempre: bombardeos de poblados, detenciones arbitrarias, maltratos a los aldeanos, registros, etc.

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