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Víctor Cheretski

Putin, una amistad peligrosa de Bush

Unas extrañas relaciones se han establecido últimamente entre Estados Unidos y Rusia. Mientras por lo que toca a los hechos todo sigue igual, en lo que hace a las palabras aparece una incomprensible euforia de amistad y fraternidad. Así, durante la última visita del mandatario moscovita, Vladímir Putin, a Estados Unidos, se escucharon en las ruedas de prensa declaraciones capaces de suscitar grandes expectativas, especialmente entre la gente mal informada. “No me vais s a creer pero lo quiero de verdad. Es un buen amigo con el que da gusto pasar un rato”, dijo Bush respeto a su homólogo ruso. Este último tampoco escatimó palabras para elogiar a su “amigo” con quien mantiene “buenas relaciones personales”. “Es un buen socio y un hombre honesto”, señaló. Para complacer a su “íntimo”, Putin estudia inglés cada día unos 30 minutos, y se alegra cuando Bush elogia sus conocimientos idiomáticos.

Resulta ahora que sólo esta amistad romántica salvó al mundo de la tercera guerra mundial. Putin confesó en una rueda de prensa en Camp David que la víspera de la operación antiterrorista en Afganistán su gobierno tenía dudas y no sabía a quien apoyar en el conflicto: a los talibanes y a Bin Laden o a la coalición occidental. “No se sabe como se hubieran desarrollado los acontecimientos en Afganistán si yo no tuviera una relación de amistad con el presidente Bush”, dijo Putin. Con estas palabras el dirigente del Kremlin dejó entrever que a Rusia no le importaría apoyar a los terroristas si en la Casa Blanca estuviera alguien menos simpático. ¿Y qué pasará si un día Bush se va? ¿Tienen los rusos algún otro criterio en su política exterior que no sean las amistades de su mandatario?

Mientras tanto, la confrontación en la política global sigue siendo casi igual que antes, aunque hay ciertas concesiones por parte americana. Para profundizar su amistad, el presidente estadounidense dejó, por ejemplo, de criticar la política interior del Kremlin e incluyó a la resistencia chechena en la lista de organizaciones terroristas internacionales. Putin le “contestó” con el aumento de colaboración nuclear con el régimen iraní y el bloqueo del tema iraquí en Naciones Unidas. Y como si fuese poco, amenazó con “estudiar a fondo el tema de las violaciones de los derechos humanos en el Irak ocupado y en la base de Guantánamo”. Así respondió a unos periodistas norteamericanos “descarados” que se atrevieron a interesarse por la situación en Chechenia. Una respuesta chantajista, digna del teniente coronel Putin, buen alumno de la escuela del KGB.

Mientras tanto, Rusia se apresura a rearmarse y a formar una nueva alianza político-militar con China y otros países de Asia, de tradición poco democrática, con el claro propósito de “limitar” la influencia estadounidense en aquella zona del mundo y aumentar la suya.


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