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Víctor Cheretski

Reescribir la historia

La genial novela del inglés George Orwell, 1984 ha tenido una reencarnación este mismo lunes. Es de recordar que en la sociedad totalitaría, narrada por la imaginación del autor, existía el llamado Ministerio de la Verdad que se dedicaba a reescribir la historia del país, según los gustos y los planteamientos de sus mandatarios.

A la gran tarea de rehacer la historia, especialmente en los textos escolares, fue dedicada una reunión del presidente ruso, Vladímir Putin, con los miembros de su gabinete. El líder no ha sido muy elocuente. “El sistema soviético de educación era muy eficaz y tenía una base muy buena”, dijo en alusión a aquel sistema ideologizado bolchevique que excluía cualquier diversidad de opiniones, pluralismo político o libertad de expresión. Instó también a prestar atención al contenido de los libros de texto para los alumnos que, según Putin, no son nada satisfactorios.

El primer ministro, Mijail Kasiánov, entró en detalles y declaró que el “gabinete de ministros debe formular los valores de la sociedad que deberán ser posteriormente citados en los libros de texto”. Al mismo tiempo criticó duramente los libros ya existentes donde para describir la sociedad moderna rusa se utilizan palabras como “criminalizada” o “corrupta” y no se dice nada de las “grandes reformas democráticas”, emprendidas por Putin.

Así que será el mismo gobierno quien asuma las funciones del Ministerio de la Verdad para reescribir la historia. El gabinete ya no se fía del ministerio de Educación que, al parecer, ha perdido el olfato político, ya que ha tenido que reescribir tres veces la historia moderna rusa desde finales de los años 80. Primero, tuvo que introducir un poco de crítica hacia el poder comunista en los tiempos de la “perestroika” gorbachoviana. Luego, en la época de Yeltsin, atacar al comunismo y, por supuesto, elogiar al gran “libertador” del pueblo. Por último, ha tenido que introducir críticas al caótico y corrupto gobierno de Yeltsin. Y también, cómo no, incluir, por ejemplo, en los libros para los más pequeños textos como éste: “Cuando nuestro querido presidente, Vladímir Vladímirovich Putin, era pequeño, le llamaban simplemente Volodia. Era muy estudioso y le gustaba leer mucho, por eso ha logrado ser líder de la Rusia democrática”.

Pero ahora esto no basta. La Rusia “democrática” pretende recuperar su “grandeza” anterior. Debe volver a las “bases sólidas” del antiguo régimen comunista, utilizar su experiencia para construir un nuevo estado totalitario, donde no haya ni dudas ni vacilaciones sobre el pasado y el futuro. El propósito es crear una “ideología patriótica”, resucitar la imagen de una Gran Rusia con toda su “gloriosa historia”. Las “valoraciones” de los principales sucesos históricos y los “valores de la sociedad” serán establecidos de una vez para siempre. Las críticas, por supuesto, deben desaparecer: Rusia siempre ha tenido razón sean quienes sean sus gobernantes.

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