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Víctor Cheretski

Renace la espiamanía bolchevique

Los expertos militares del tribunal provincial de la ciudad de Kaluga, a unos 250 kilómetros al suroeste de Moscú, han presentado ante los jueces, tras varios meses de estudios, sus conclusiones: el ciudadano ruso, Igor Sutiaguin, "recogía, de forma premeditada, la información militar para entregarla a los extranjeros". Estas conclusiones le convierten a Sutiaguin en un "espía y traidor a la patria". Así puede ser condenado al fusilamiento, aunque la pena capital no se aplica últimamente en Rusia.

Se trata de un paso más en el muy polémico caso del "doctor Sutiaguin" que desde el otoño de 1999 atrae la atención de defensores de los derechos humanos tanto en Rusia como en el mundo entero. El joven investigador del Centro de Estudios de la Política de Estados Unidos y Canadá, adjunto a la Academia de Ciencias de Rusia, fue detenido por haber publicado en Occidente "datos que dañan la seguridad de Rusia". Aunque su caso se considera "secreto" y el juicio, empezado el pasado mes de febrero, está cerrado para la prensa, se sabe que las publicaciones se referían a los submarinos nucleares rusos.

Para poco sirve la lógica de los abogados de que Sutiaguin es historiador y que nunca ha tenido acceso a los secretos ni a la tecnología militar. La defensa insiste además en que sus publicaciones en el extranjero tienen carácter general y sólo recogen los datos ya publicados en los medios rusos. "Eso no importa" – contesta el fiscal del caso. "Lo que importa es que dañan la seguridad del Estado y que fueron publicados en el exterior a cambio de dinero", dice.

Y tiene toda la razón, ya que la nueva legislación rusa considera como "acto delictivo" la entrega a los extranjeros de los "datos sobre el potencial político y militar de Rusia", especialmente a cambio de dinero. Así que cualquier artículo sobre este país, incluso un elogio al presidente Putin, puede costarle al autor ruso muchos años de cárcel, sobre todo si este artículo ha sido remunerado con ciertos honorarios.

¿Será el proceso de Sutiaguin un caso aislado? Nada de eso. Ultimamente, la caza de "espías" se ha convertido en la labor principal del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB). Han procesado recientemente a dos científicos, Vil Mirzayán y Lev Fiódorov, por publicar en Rusia un artículo sobre las armas químicas. El investigador Alexánder Nikitin fue juzgado por haber publicado datos sobre la situación ecológica en la base naval del Norte.

Más recientes son los casos siguientes: el periodista Grigori Paskó fue condenado por haber publicado en el periódico japonés Asahi un artículo sobre la flota nuclear rusa; el diplomático Valentín Moiseev está actualmente procesado por haber recibido en su casa a un colega surcoreano; el catedrático Vladímir Soifer fue echado del trabajo por haber estudiado las consecuencias de una avería nuclear ocurrida en la Flota del Lejano Oriente en 1985.

Es curioso que, tras la llegada del presidente Putin al poder, muchos observadores sospecharon que intentaría restablecer el imperio soviético, pero a nadie se le ocurrió pensar que el régimen totalitario sería restaurado de forma tan minuciosa y en todos sus "detalles".

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