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Víctor Gago

Egunkaria, honoris causa

Todos héroes, todos víctimas, todos colmados de honores por su servicio a la libertad, todos ultrajados por la falta de ésta. Así de aseados quedan unos y otros, terroristas y promotores del terror, prescriptores de lo políticamente correcto y amigos del pensamiento único, tras el esperpéntico escándalo que ha rodeado, como la fanfarria a una parada de monstruos, la conferencia-trampa de Marcelo Otamendi en los aledaños de la Universidad de Las Palmas.

El rector, Manuel Lobo, ha trascendido por su aparente dignidad cívica al impedir in extremis que el Sindicato de Estudiantes celebrase la charla del director de Egunkaria Sortzen en la Escuela de Magisterio, para lo que contaba con un permiso concedido previamente por la propia Universidad. En el titular de la noticia, sin embargo, no se dice toda la verdad; de hecho, se deja fuera lo sustancial de ésta: que el rector, Lobo con piel de cordero demócrata, se vio obligado a dar marcha atrás cuando la presencia de Otamendi fue advertida al público durante una tertulia local en Intereconomía, saltando a continuación a los teletipos. La Universidad adujo, entonces, que el permiso era para un acto interno del Sindicato, no para una conferencia. ¿Es que hay alguna contradicción? La presencia de este presunto sicario intelectual de ETA, de hecho, no se publicitó fuera de la Universidad. Más tarde, el rector en persona terminó de maquillar la indecencia: "No autorizaré ningún acto para hacer apología del terrorismo". Justo lo que había hecho y sólo rectificó para la galería, según se desprende de la versión que la portavoz del sindicato estudiantil dio del traslado de la conferencia de Otamendi a la sede del Partido Comunista de los Pueblos de Canarias.

Ésta aseguró que desde el Rectorado le explicaron que la prohibición venía directamente de la Delegación del Gobierno, un disparate legalista desmentido por la propia Delegación y para el que sólo hay tres explicaciones complementarias: una, el rector teme incomodarse con el Sindicato de Estudiantes, que tan buenos servicios presta en el Claustro a su apoltronamiento personal; dos, el rector piensa que puede manipular a unas fanatizadas organizaciones estudiantiles; y tres, es evidente que está en lo cierto y, por tanto, sólo le sirven interlocutores estudiantiles descerebrados y sin escrúpulos.

La vergonzosa presencia de Otamendi no es un hecho aislado en Canarias, aunque la mentalidad que lo promueve y los vínculos de simpatía y de intercambio que ésta ha generado con el movimiento terrorista ya no dispondrán del soporte institucional que les ha permitido infiltrarse en sindicatos, escuelas y universidades públicas (más del 90 por ciento del sistema educativo en Canarias) y medios de comunicación, a lo largo de veinte años. La debacle de la izquierda nacionalista y el triunfo del PP, el pasado 25-M, cortocircuitan el flujo de legitimidad y de subvenciones entre el poder político local y las innumerables organizaciones que en Canarias propagan el evangelio de los pueblos oprimidos y prometen el paraíso socialista tras la inminente Revolución; vasos comunicantes que ICAN, la extrema izquierda de Coalición Canaria, ha nutrido con el presupuesto de Ayuntamientos, Cabildos, empresas públicas y Cajas de Ahorros bajo su control durante las últimas dos décadas.

Más lento y costoso, en cambio, será revertir la mentalidad que hoy se forja en las aulas y los medios. Esa mentalidad es básicamente una forma de odio: hacia todo lo que huela a Occidente (libertad individual, capitalismo, Derecho, ...) y por todo lo que recuerde a España. Está metida hasta el tuétano de la burocracia, los servicios educativos y la Prensa, y es el contexto, por ejemplo, de que periódicos pro-etarras hayan empezado a abrir corresponsalías y delegaciones en Canarias, o de que Otamendi y su fanfarria de liberados sindicales no sólo se paseasen de la Universidad al ateneo del Partido Comunista, sino que fuesen recibidos bajo palio por la Asociación de Periodistas por las Libertades, un gremio de amedrentamiento al que la libertad le importa un comino, creado durante la guerra del Golfo, en concreto, después de las muertes de los reporteros José Couso y Julio A. Parrado. Los mismos que llamaron asesinos a Aznar y a Soria (José Manuel, presidente del PP de Canarias); los mismos que callaron cuando se descubrieron las fosas comunes cavadas por el Baas, o ante el encarcelamiento del periodista canario Raúl Rivero en la nueva oleada de represión y asesinatos de la dictadura de Castro, arropan como a un héroe de la libertad a un sicario puesto a dedo por ETA justamente para acercar un orden político y moral en el que la libertad haya sido erradicada de la faz del País Vasco.

El juez Del Olmo cita en su auto de clausura de Egunkaria un espeluznante memorando confiscado al dirigente etarra Dorronsoro Malaxechevarría, en el que ETA informa de sus contactos con Otamendi para que éte se haga cargo de la Dirección del diario. Dice: "Ha aparecido una nueva opción y después de hablar con él, él no ha dicho que no y en consecuencia esa opción se está afianzando. Opción: Martxelo Otamendi, de Tolosa, en su tiempo fue Director del Auskaltegi del Ayuntamiento, luego ha trabajado en televisión... El director actual no lo ve mal, aunque le pedirá, por decirlo de alguna manera, estrecha unión ideológica. En el plano personal tenemos algunas dudas, a ver si toma por su cuenta el apego personal para el proyecto...". A este Otamendi, el servicial colaborador que "no dice que no", universitarios y periodistas de Canarias lo han investido de autoridad académica y profesional en la libertad de expresión y han difundido con toda solemnidad sus historias sobre la tortura policial. No se puede caer a una sima de vileza, descrédito e inanidad intelectual más profunda.

¡Cómo para seguir tragándose aquello de la prensa libre e independiente; y la universidad, cuna del saber en libertad!


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