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Víctor Llano

Aznar escribe a Fidel Castro

El presidente del gobierno español ha apostado muy fuerte por el Proyecto Varela, iniciativa que pretende arrancarle a la tiranía castrista un referéndum democrático. El pasado 24 de septiembre, Aznar le aseguró al disidente Marcelino Miyares que el promotor del Proyecto Varela cuenta con el respaldo de todos los partidos demócrata cristianos del mundo y, tan sólo dos meses después, se comprometió –ante los dirigentes de la Internacional Demócrata de Centro (IDC), reunidos en Corfú– a escribir a las autoridades cubanas y pedirles que permitan a Oswaldo Payá viajar a Estrasburgo y recoger el premio Sajarov.

Faltan muy pocos días para el 15 de diciembre, pero en contra de lo que piensan gran parte de los analistas políticos cubanos, creemos que el mandatario caribeño complacerá al presidente español. Sin embargo, aunque acertemos en nuestro pronóstico y al líder del Movimiento Cristiano de Liberación se le autorice a salir de Cuba, la mafia castrista no engañará a los que sufren su tiranía. Los cubanos no ignoran que a Castro ya no le inquietan los actos que fuera de la isla se organicen para denunciar sus crímenes.

Payá y su iniciativa democrática no representan un problema para los comunistas. Más que los discursos que puedan pronunciarse en Europa, les preocupa lo que está ocurriendo en Caracas. Gracias al petróleo que Chávez les regala han podido respirar e impedir que otros lo hicieran. No pueden pagar ni una pequeña parte de lo mucho que deben y no ignoran que ya serán muy pocos los empresarios que estén dispuestos a dilapidar su capital en la isla cárcel. Entre tantas dificultades, Payá ocupa un lugar muy secundario en su agenda. Cuando no puedan utilizarlo para hacer ver que toleran a la oposición, le acusarán de narcotraficante o de agente de la CIA y un fiscal pedirá para él 20 años de prisión.

En cualquier caso, cuanto mayor sea su prestigio internacional, más cerca estará el líder del Movimiento Cristiano de Liberación de evitar la cárcel. Nadie puede reprocharle a Aznar que se interese por él, sin embargo, no debiera conformarse con tan poco. Antes de interceder por Payá, tendría que ser él quien hiciera algo en favor de otras víctimas. Podría empezar por ofrecerles asilo humanitario. A los tres cubanos que hace menos de un mes España devolvió a la isla, les importará muy poco que Payá viaje o no a Estrasburgo. Muy probablemente ni siquiera conozcan que 11.000 compatriotas suyos le han pedido un referéndum a su verdugo.

Aznar nunca ha sido amigo de Fidel Castro y jamás ha creído una sola de sus patrañas, pero no es menos cierto que tampoco ha hecho nada por los que quieren huir de la prisión grande y encontrar refugio en España. Ahora le ha dado por defender el Proyecto Varela y todos los cubanos se lo agradecen; sin embargo, por muy despistado que esté y por mucho que corra hacia el centro, nadie puede pensar que el presidente del gobierno español confíe en que Castro vaya a considerar la iniciativa de Oswaldo Payá.

En noviembre del año 1996, Aznar aseguró en Viña del Mar que “si Castro mueve pieza, en el sentido de modernización económica, de democratización, de derechos humanos, de libertades, España moverá pieza”. Seis años después, Castro no ha puesto en marcha el reloj y si un nuevo derrame cerebral no lo remedia, Aznar se levantará de la mesa dejando al Máximo Líder frente al tablero.

Tal vez Payá pueda recibir el premio que con toda justicia le han otorgado, pero a pesar de la carta que el mandatario español ha prometido enviar a Fidel Castro, Aznar no será recordado con nostalgia por los cubanos; siendo él presidente, se multiplicaron las inversiones españolas en la isla y se negó el refugio a los que intentaron huir de la tiranía.

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