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Víctor Llano

Deshonor, vergüenza y chantaje

Es lo que tienen las noches que ofrecen los tiranos. Deshonor, vergüenza y chantaje. Lo que merecen los que son capaces de disfrutar con el sufrimiento ajeno. Por eso Castro jamás quemará su descomunal videoteca.

Este viernes detuvieron en Washington DC a Walter Kendall Myers, de 72 años, y su esposa Gwendolyn Steingraber Myers, de 71. Les acusan de espiar para la tiranía castrista durante 30 años. Toda una vida al servicio de Fidel Castro. El más anciano de los dos coma-andantes no ha podido negar que recibió a la también anciana Gwendolyn y a su esposo en 1995. Es lo que tiene el embargo que nunca existió. Los espías de Castro vuelan a La Habana siempre que su jefe necesite preguntarles por algún asuntillo que pueda responder a lo que califican de materia reservada. Ya en el Palacio de la Robolución les graban con una cámara más o menos oculta. Así se aseguran su lealtad.

Según el monstruo de Birán, si Gwendolyn y su esposo le contaron algún secretillo fue porque siempre le quisieron y no porque mediaran torturas o dólares. No se lo vamos a negar. Son muchos los locos y los canallas que simpatizan con los asesinos en serie. En cualquier caso, son más los que le sirven por estar chantajeados gracias a que antes les grabó con una cámara oculta. Es lo que tienen las noches que ofrecen los tiranos. Deshonor, vergüenza y chantaje. Lo que merecen los que son capaces de disfrutar con el sufrimiento ajeno. Por eso Castro jamás quemará su descomunal videoteca. Y ya nos alegramos. Si acierta Lincoln Díaz-Balart no tardaremos en conocer los nombres de otros muchos espías al servicio de su barbarie. Entre ellos, varios españoles.

Walter y Gwendolyn no serán los últimos que detengan por espiar para la tiranía que no por mucho tiempo sobrevivirá a su fundador. En cualquier caso, se demore o no su final, sus víctimas ya han demostrado que jamás renunciarán a saber por qué fueron tantos los que trabajaron para sus torturadores. Necesitan la verdad. Y gran parte de ella se encuentra en los vídeos que conservan los tiranos. Muchos de los que en ellos aparecen son embajadores, periodistas, empresarios, políticos y titiriteros subvencionados. Con razón temen la muerte del tirano. Mientras viva,le sobra la OEA. Le basta con su videoteca.

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