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Víctor Llano

El diálogo según Raúl Rivero

Están en su derecho de perdonar a los que jamás pidieron perdón. Pero les va a resultar muy difícil hacerlo en nombre de los padres que han visto morir a sus hijos en el Estrecho de la Florida.

El poeta y periodista Raúl Rivero -hoy descubrimos con asombro que nunca se consideró disidente- pide a los cubanos “una especie de amnesia temporal”. Está en su derecho. Nadie puede reprocharle que olvide lo que le plazca. Allá él. Todos podemos administrar nuestro olvido como lo consideremos oportuno. Por tanto, también nosotros tenemos derecho a recordarle que ahora puede olvidar sólo gracias a que el exilio cubano no cayó en la “amnesia” y denunció que fue condenado injustamente a 20 años de cárcel. Si nos hubiéramos olvidado de sus torturadores, hoy no podría disfrutar de la libertad que le permite olvidar tanto y tan pronto. Nunca lo hubiera conseguido desde una celda infectada de ratas.
 
Ya lo sentimos, pero nos cuesta mucho entender a Raúl Rivero. Intentamos seguirle pero él es mucho más rápido. Según el poeta, las víctimas de los que fueron sus carceleros, han de “olvidarse públicamente, a todos los niveles que sea necesario, de todos los odios, rencores, para que las discusiones sean constructivas”. Ya le vale. Nos sorprendió mucho el modo en que aterrizó en Madrid y sus primeras declaraciones, pero nunca imaginamos que tan pronto pudiera llegar a pedir el olvido público y a todos los niveles cuando en su país centenares de presos de conciencia se pudren en prisión.
 
Ahora Rivero confía en un cambio “lento, gradual y pacífico” en el que puedan participar los “eventuales reformistas” que desde dentro del régimen no renuncian a colaborar con la barbarie. Ofrece a los sicarios de Castro todo el tiempo del mundo para rectificar. Es como si Ortega Lara consintiera en sentarse a una mesa con sus secuestradores y en pactar con ellos un futuro de paz y libertad. Sorprende que con tanta urgencia el poeta ofrezca una salida a los que lejos de pedir perdón por sus crímenes insisten en secuestrar a millones de cubanos que no disfrutaron de su suerte.
 
Además, Rivero olvida que es cuando menos absurdo perdonar a quien no te pide perdón y no reconoce su culpa. ¿Qué es eso del “olvido público y a todos los niveles”? ¿Hasta dónde alcanzaría la amnesia que pide Rivero? Sus palabras recuerdan a las que pronunció Gallardón en su último viaje a Miami. Según el alcalde de Madrid, los cubanos deben “olvidar el discurso del dolor”. Conociendo a Don Alberto no nos sorprende que pida se olvide lo que nunca sufrió, pero se supone que es otra la experiencia del autor de “Orden de registro”. No se puede hipotecar el futuro ofreciendo esperanzas a los que no renuncian a su estatus de verdugos. Las víctimas de ETA son conscientes de ello.
 
Es injusto exigir a los cubanos lo que no se pide a los españoles víctimas de los etarras. Nadie puede perdonar por otro. A los que calificamos a Castro de asesino y recordamos semana tras semana sus crímenes, se nos acusa de servirnos de un lenguaje rancio que a nada bueno condujo. Pues muy bien. El coma no durará mucho, vamos a ver qué consiguen los dialogueros. Están en su derecho de perdonar a los que jamás pidieron perdón. Pero les va a resultar muy difícil hacerlo en nombre de los padres que han visto morir a sus hijos en el Estrecho de la Florida.
 
Los que llamamos asesinos a los asesinos, no queremos venganza -ni siquiera esperamos ya una justicia imposible después de tantos años de tiranía y de miles de muertos- pero no estamos dispuestos a quedar como embusteros. Vamos a luchar porque se sepa qué pasó. Antes de perdonar tenemos que saber qué perdonamos y a quién. No es mucho lo que pedimos. Nos alegra que a Raúl Rivero le vaya tan bonito en España. Sin duda lo merece. Lo que no haremos será seguirle en su deriva dialoguera. No sabríamos cómo.

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