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Víctor Llano

¿Hará Bermúdez lo que no hizo Garzón?

Ahora nos dicen que Castro ya no manda y que sólo está para compartir sopitas con Hugo Chávez. Por tanto, Bermúdez cuenta con la posibilidad de sorprendernos.

Según informa este domingo desde la primera noticia de su portada el diario El País, el Pleno de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional presidido por Javier Gómez Bermúdez decidirá este jueves si procesa a Fidel Castro por genocidio.

Lo primero que llama la atención es la importancia que le concede a la información un periódico que no se ha destacado por denunciar los crímenes de la tiranía castrista. Si la decisión se anuncia para el jueves, ¿por qué adelantan la noticia a un domingo, día de la semana en el que más periódicos se leen en España? En cualquier caso, y aunque todo se quedara en nada, como en otros muchos intentos, lo cierto es que, al menos de aquí al jueves, los cubanos soñarán con que Bermúdez y sus catorce compañeros empuren al jefe de sus verdugos.

Esperemos a ver cómo reacciona el régimen castrista. Porque aunque Castro jamás abandone la Isla de sus doscientas cárceles, si la Audiencia Nacional decide investigar, aunque sólo sean nueve de sus miles de crímenes, sus víctimas podrán servirse de ello para recordar a quienes quieran escucharles que su nación lleva casi medio siglo bajo las botas de una jauría de asesinos en serie.

También resulta muy interesante otro aspecto de la información que adelanta el diario El País:

Nadie discute que los hechos son los mismos que los denunciados en las querellas anteriores. Sin embargo, el meollo de la cuestión estriba en si Fidel Castro ha perdido la inmunidad soberana o no. Si el mandatario no tuviera ya la condición de jefe de Estado, el caso podría prosperar. El tribunal debe establecer si la cesión de facultades ha supuesto la pérdida, o no, de la jefatura del Estado en favor de Raúl Castro.

De no mediar tanto sufrimiento todo respondería a una comedia de cuarta. Es lo que les faltaba a los cubanos, que el juez del 11-M les dijera quién es su jefe de Estado. Raúl la puede armar. Lo mismo le da por hacer públicos los datos que su hermano guarda en su mochila. Bermúdez no sabe con quién se juega los cuartos. Raúl Castro no querrá que se dude de que su hermano ya sólo sirve de reina madre y que es él y sólo él quien tiene la sartén por el mango y el mango también.

Garzón, que procesó a Pinochet, no se atrevió con el monstruo de Birán. Sin embargo, entonces éste no había abandonado su sillón de máximo líder de los cuatreros multimillonarios. Ahora nos dicen que ya no manda y que sólo está para compartir sopitas con Hugo Chávez. Por tanto, Bermúdez cuenta con la posibilidad de sorprendernos. Y esta vez no tan desagradablemente. Quizás prefiera que se le recuerde como el juez que procesó a un connotado genocida antes que por el que firmó la última sentencia del 11-M.

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