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Víctor Llano

Ibarretxe y Kastro: amigos para siempre

No pasa un mes sin que se conozcan nuevas inversiones vascas en Kuba. Ibarretxe insiste en apuntalar lo que para su Consejero de Asuntos Sociales es un “modelo referencial”. Hace apenas unos días, el presidente del Cluster de Energía del País Vasco, Baltasar Errazti, y el ministro de la Industria Sideromecánica de Kuba, subscribieron tres protocolos por valor de 156 millones de euros destinados a financiar el intercambio de operaciones comerciales entre la tiranía kastrista y la autonomía vasca. A estos 26.000 millones de pesetas hay que sumar otros 12 millones de euros que el Gobierno vasco le regaló a Kastro para, supuestamente, informatizar el sistema judicial robolucionario, y los 2.050 millones de una línea de créditos blandos que Madrazo, Azcarraga y el lehendakari han puesto a disposición del que parece su Comandante en Jefe.

Ni Hugo Chávez se ha atrevido a tanto. Quizás algún día conozcamos los motivos de tanta generosidad con un régimen que no es capaz de amortizar ni uno sólo de sus muchos créditos. ¿Qué pagan los empresarios vascos en la isla de las doscientas cárceles? ¿Por qué se empeñan en auxiliar a un gobierno corrupto y asesino que justifica los crímenes de ETA y acoge con gusto a sus pistoleros? ¿Qué busca Ibarretxe en Kuba? Un futuro e improbable reconocimiento internacional a su sueño independentista no justifica tanto riesgo. Tiene que haber algo más.

Cuando desaparezca el régimen de los hermanos Kastro, ¿respetarán los cubanos las empresas mixtas que con capital extranjero han servido para esclavizarlos? No creemos que Ibarretxe se haga este tipo de preguntas. Los millones de euros que regala al sátrapa caribeño no son suyos, salen de los impuestos que pagan muchas de las víctimas de ETA que ven con asombro e impotencia cómo su dinero sirve para financiar los crímenes del mejor amigo de sus verdugos.

Desde 1992 a 1998, las exportaciones de empresas vascas a la isla cárcel han aumentado en un 167% hasta llegar a alcanzar los 13.441 millones de pesetas; sin embargo, jamás hemos oído a un responsable de la autonomía vasca exigirle a Kastro que respete los derechos humanos. El sufrimiento de los cubanos no importa. Los favores de Ibarretxe a la tiranía se multiplican en la misma proporción que crece el apoyo de Granma a Batasuna. Quizás Dios los críe, pero de lo que no cabe la menor duda es de que el diablo los junta.

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