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Víctor Llano

Ivanovich visitó a los chantajistas

Le presentarán adolescentes dispuestas a todo para llevar un poco de comida a lo que queda de su casa, pero no le dejarán coincidir ni con Oswaldo Payá ni con las Damas de Blanco ni con un anciano que le pida una medicina.

Raúl Castro quiere presentar algún triunfo ante los desalmados que todavía simulan confiar en él y lograr lo que no logró su hermano, recibir en el aeropuerto de La Habana a los cinco espías castristas encarcelados en Estados Unidos. Le ha ofrecido al Gobierno de los Estados Unidos canjearlos por los disidentes que tortura en muchas de las doscientas cárceles en las que se pudren cien mil presos, la inmensa mayoría de ellos mucho más negros que Barack Obama.

Aunque no sabemos qué le responderá la gran esperanza apenas mulata, confiemos en que alguien le recuerde que los disidentes son héroes y los espías castristas agentes al servicio de asesinos en serie. Los hermanos Castro no tardarían en encarcelar a otras tantas víctimas. Maestros en el chantaje, aprendieron muy pronto que no podrían sobrevivir sin rehenes y sin amenazar a los estadounidenses con cien mil balseros que si se lo permitieran no tardarían en llegar a las costas de La Florida.

No le va a resultar fácil a Raúl Castro volver a hablar con sus agentes; con quien sí se tomara un vodka es con un tal Ivanovich, comandante de la marina de guerra rusa que según sus socios cubanos pudo comprobar los logros de la enseñanza militar castrista. Enseñanza que les llevará a emborracharle y a grabarle con cámara oculta en alguna situación comprometida. Le presentarán adolescentes dispuestas a todo para llevar un poco de comida a lo que queda de su casa, pero no le dejarán coincidir ni con Oswaldo Payá ni con las Damas de Blanco ni con un anciano que le pida una medicina.

La próxima semana los torturadores podrán celebrar medio siglo de crímenes, lo que no lograrán es que Fidel Castro se suba al "Almirante Chabanenko". No puede. No se tiene. Le queda muy poco. Su hermano lo sabe y lo teme. Quiere hacer méritos. Pero se tendrá que conformar con emborrachar a Ivanovich.

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