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Víctor Llano

Las banderas de Zapatero

Es lo que tiene la Alianza de Civilizaciones. En el nuevo circo te permiten amigar con todo tipo de canallas chantajistas

Se lamenta José María Aznar de que la bandera de España esté ahora “entre Castro y Chávez”. Hasta el propio ex presidente del Gobierno parece sorprendido por el camino que ha emprendido su sucesor. Y es que nadie podía imaginar que tan pronto pudiera llegar tan lejos. Zapatero –tanto aquí como allí– prefiere pactar con los verdugos antes de respetar la memoria de sus víctimas. Los cubanos pueden perder toda esperanza. El líder que nació el once de marzo de 2004 no molestará a su carcelero. Si en España confía en la palabra de los etarras y les ofrece una salida honrosa, ¿qué no ofrecerá a Fidel Castro y a los que hereden su barbarie?
 
Es lo que tiene la Alianza de Civilizaciones. En el nuevo circo te permiten amigar con todo tipo de canallas chantajistas. Más cuando está en su mano convencer a uno de sus muchos huéspedes etarras de que diga algo inconveniente respecto al 11-M. Mejor llevarse bien con los malos. Los buenos no son tan peligrosos. Tanto en España como en Cuba renunciaron a la venganza. Lástima que quien tiene la obligación de reconocer su sacrificio, prefiera ahora sentarse junto a sus verdugos que –lejos de sentirse acobardados y pedir perdón por sus crímenes– presumen de tener la sartén por el mango y el mango también.
 
Conociendo todo lo que ha cambiado en España desde la terrible mañana del segundo jueves de marzo de 2004, a nadie puede sorprenderle las amistades del presidente con Castro y con el más enajenado de sus discípulos. El coma-andante está mayor, pero es más inteligente que Zapatero y tiene mucha más experiencia a la hora de servirse de la patraña y la extorsión. Sabe que puede contar con su favor a cambio de no enredar demasiado en nuestro país. Le consta que quien dialoga hoy con ETA, no sólo trabaja en Europa por los intereses de sus herederos, hizo algo si cabe más inmoral, humilló a sus víctimas cuando ordenó que el pasado 12 de octubre su embajador en La Habana les pidiera que no volvieran por su residencia en fecha tan señalada. Así defiende la Alianza de Civilizaciones los derechos humanos en Cuba. ¿Qué mayor traición pueden esperar las víctimas de Castro del Gobierno español?
 
Si Zapatero quisiera saber lo que piensan los cubanos que pueden expresarse libremente, acudiría este miércoles a la Fundación Hispano Cubana. El 21 de septiembre y a las siete de la tarde, Huber Matos presentará junto a Guillermo Gortázar, el libro “Boitel vive. Testimonio desde el actual presidio político cubano”, de Jorge Luis García Pérez “Antúnez”, uno más de las decenas de miles de presos de conciencia que ha encarcelado la tiranía. Pero mucho nos tememos que la muy internacional agenda del presidente del Gobierno no le permitirá escuchar la experiencia de quien pasó 20 años en algunas de las doscientas cárceles que construyó la robolución. Zapatero sólo se escucha a sí mismo y a los titiriteros que hipócritamente le aplauden sus inanidades segundos después de burlarse de él y de ellas en privado.
 
Además, no tiene tiempo para las víctimas. Mucho menos si se trata de las que tortura en prisión el tirano que admiran gran parte de sus compañeros. Ya que tiene que hablar de presos, cree que le conviene más interesarse por la suerte que puedan correr los que asesinaron a Miguel Ángel Blanco después de que Aznar no se sometiera a su chantaje. Y lo peor es que a pesar de tanta infamia, no son suficientes los españoles que se lo reprochan. La inmensa mayoría insisten en dormir la siesta. Se durmieron hace 18 meses y aún no se han despertado. El gran enigma del 11-M es la general indiferencia ante todos los embustes, traiciones y razonables sospechas que rodean a la masacre. Pero o nos despertamos pronto –y en masa y pacíficamente impedimos lo que se avecina– o nos pasará como a los cubanos, a los que la peor de las pesadillas despertó de su larguísimo letargo.

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