Poco después de que Hugo Chávez informara de que estaba vivo y recuperándose, el fantasma del máximo líder de los multimillonarios se apareció a sus víctimas con intención de desmentir las "boberías" que le daban por muerto. Vivo parece que está. Lo que no han podido confirmar es que esté recuperándose. A pesar de que en televisión todos parecemos más gruesos, Castro, muy retocado, lejos de haber engordado, ha perdido peso. Nunca una hemorragia tardó tanto en curar. Y es que por mucho empeño que pongan sus cómplices, no podrán desmentir que un cáncer de estómago se lleva al peor de los verdugos.
A pesar de sus muchos crímenes, no nos agrada ver cómo un anciano enfermo y senil se esfuerza en no caer y en tratar de disimular su galopante acabamiento. No nos ha sorprendido verle este sábado. Siempre que lo consideren necesario, sus esclavos nos ofrecerán tan lamentable espectáculo. Mientras puedan, ni aún muerto, dejarán de servirse del asesino en serie que les puso donde están. En cualquier caso, a los sicarios de la tiranía les consta que no por mucho más tiempo podrán justificar sus crímenes en los delirios del antiguo coma-andante. Muy pronto les tocará a ellos explicar qué pasó y por qué en la Isla de los cien mil presos.
Las imágenes en las que se ve tambaleándose al espectro del Monstruo de Birán no sólo les han servido para calificar de boberías los rumores que le daban por muerto, también las difundieron con la intención de que durante unos días no se hable de la peste que no pueden desterrar del paraíso comunista. Lo que no es una bobería es el dengue que sufren miles de cubanos. Aunque a los perros del amo nunca les importó el sufrimiento ajeno, hoy, más que antes, temen el descontento de una población enferma y expuesta a una peste que los logros de la sanidad robolucionaria no son capaces de combatir. Tanto del dengue como de la salud de Castro no nos cuentan más que patrañas.
