Víctor Rolando Arroyo, periodista y prisionero de conciencia de Fidel Castro, fue salvajemente golpeado el 31 de diciembre en la prisión provincial de Guantánamo. Según ha podido saber su esposa, tres militares le molieron a golpes. Le apalearon brutalmente después de protestar por las condiciones que sufre junto a otros 235 internos que sobreviven hacinados en un espacio habilitado para 65 reclusos. La Fundación para los Derechos Humanos en Cuba solicita a todas las personalidades, instituciones y organismos internacionales que exijan al régimen castrista la inmediata liberación de Víctor Rolando Arroyo, condenado a 26 años de cárcel por pedir que en la Prisión-grande los cubanos puedan vivir como ciudadanos y no como esclavos de los hermanos Castro. Arroyo es uno más de los cien mil reclusos que la tiranía comunista tortura en las más de doscientas cárceles que ha construido. Todos los días sus familiares nos informan de palizas semejantes a la que ha sufrido este periodista, declarado preso de conciencia por Amnistía Internacional y Premio Hellman Hammett 2002 por la organización Human Rights Watch.
La “justicia castrista” que, como muchos de ustedes saben, ayudó a informatizar Ibarretxe, se ensaña especialmente con los pacíficos activistas de los derechos humanos a los que no resulta indiferente el sufrimiento ajeno. Mientras todo esto ocurre en la Isla-cárcel, el telediario de TVE se pone a disposición de Eusebio Leal, verdugo de Arroyo, destacado miembro de la Asamblea del Poder Popular y gestor de muchas inversiones españolas en La Habana Vieja. Gran parte de los cien mil presos cubanos son descendientes de españoles, pero el periodista Carlos Carnicero, contertulio de Gemma Nierga en la Cadena Ser jamás los recuerda. Carnicero vive en La Habana, pero en La Habana de Leal, de los verdugos; no en La Habana de las víctimas, donde miles de adolescentes se tienen que ofrecer a los pepes españoles para comprar medicinas o no morirse de hambre.