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Víctor Llano

Un alma en pena

Jamás nos alegraremos del sufrimiento de un anciano enfermo. Carecemos de su alma de verdugo. Pero sí celebramos la esperanza que ha renacido en millones de víctimas de un régimen tan asesino como absurdo.

Castro, que tanto disfrutó con la muerte ajena, no parece disfrutar con la propia. Su rostro refleja la tristeza de quien sabe que ha llegado la hora de la despedida. Le consta que hoy es él quien está frente a un pelotón de fusilamiento que no podrá disolver. Nadie, como llamaron a Batista para rogarle que no lo fusilara, llamará a la muerte para pedirle que no acuda a la cita que tiene con quien tanto obró en su favor. Sus cómplices aseguran que ya les pidió que se preparasen para asumir "noticias adversas" y, aunque pasan los días y éstas no llegan, no podrán demorarse por mucho más tiempo. Ya tarda, pero en esta ocasión, hasta sus esbirros saben que la suerte, por fin buena, está echada.

Jamás nos alegraremos del sufrimiento de un anciano enfermo. Carecemos de su alma de verdugo. Pero sí celebramos la esperanza que ha renacido en millones de víctimas de un régimen tan asesino como absurdo. Lo que llegue, sea lo que sea, no podrá ser peor de lo que ya es. No lograrán marearnos con más patrañas. Aún en el supuesto de que el fantasma de Castro se apareciera a mediados de septiembre en la Cumbre de Países No Alineados que se celebrará en La Habana, tanto sus víctimas como sus verdugos lo reconocerán como un alma en pena que no se resigna a abandonar el teatro de sus crímenes.

Se acabó. Los asesinos en serie también se mueren. Los que tanto se beneficiaron de su barbarie están buscando el mejor modo de escapar de una venganza que, a pesar de que pocos la desean, muchos la temen. No es nuestro caso. Ni la tememos ni la deseamos. Sólo queremos saber qué pasó y que se vayan todos los que ayudaron a que pasara lo que pasó. Como las víctimas de ETA en España, creemos que los cubanos también renunciarán a la venganza, lo que no se les puede exigir es que renuncien a la verdad, la memoria, la dignidad y lajusticia.

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