El director de cine Benito Zambrano ha comenzado a rodar en Cuba Habana Blues, una película que, según él, “es una historia entre la comedia y el drama, como la vida cotidiana, en esta bellísima ciudad caribeña; una película de amor, música y amistad, con una bella metáfora de la dignidad...” El director de Solas (1999) cursó sus estudios de realización en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños (Cuba).
Quizás, debido a su paso por la escuela de cine castrista, este director andaluz le tiene manía a todo lo norteamericano. Pretende que su tipo de cine desbanque al cine de Hollywood, pues su cine, según sus palabras, es “de calidad” y de “temática”. En una entrevista que le hicieran en el Ateneo de Madrid, ante la pregunta ¿Qué se puede hacer para enfrentarse a esa superioridad del cine de Hollywood? Contestó: “Tendría que ser una pelea consciente, y si hace falta, ir a la guerra de guerrillas vamos....... No hay que unirse a ellos, hay que ir contra ellos...” Palabras y posturas que, a los cubanos, nos resultan familiares.
Muchos terroristas formados por Castro –como Carlos “el Chacal”- dijeron palabras similares a las del señor Zambrano. No es casual que "defensores culturales" del régimen de Cuba coincidan también en defender a los islamistas más extremistas de los que se nutren los terroristas palestinos, tal parece como si de una conversión a una nueva estrategia u otro modelo de lucha se tratara, similar a la del propio “Chacal” que ya se considera una especie de marxista islámico.
La nueva película de Zambrano, que -según él-, le ha llevado 3 años de investigación, cuenta con un presupuesto de 3,4 millones de euros y está producida por Maestranza Films, en coproducción con el ICAIC cubano y la productora francesa Pyramide. En esta película colaboran Ibermedia y Eurimages y, además, en él participan TVE y Canal +. El guión cuenta “la historia de dos jóvenes músicos cubanos que, cuando preparan su primer gran concierto público, reciben una oferta de unos productores musicales españoles para grabar tres discos en España. Esta nueva situación cambiará sus vidas y la relación con sus familiares y amigos. El sueño europeo no es tan bello como se imaginaban...”.
Con esa breve reseña y conociendo de la supervisión del ICAIC (Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfico) nos es fácil intuir la crítica a la “Europa de la guerra y el capital”, o cuando, leyendo un manifiesto en Rota (19-mayo-2002), el pancartero director expresó que “ha llegado la hora de construir con nuestras manos y con nuestros corazones, pero juntos y juntas, alternativas sociales al Capitalismo”. Durante su intervención, llegó a suponer que por su postura le llamarían terrorista y acusó de verdadero terrorista a los EEUU.
Su defensa de los "palestinos" quedó en la frase: “Los gravísimos sucesos que han tenido lugar en Palestina son para nosotros un ejemplo más de hasta qué punto la defensa hipócrita de la Democracia y de los Derechos Humanos por parte de Estados Unidos y sus fieles servidores europeos sirve como burda coartada para doblegar al mundo árabe“. Sólo habría que matizar qué entiende por "mundo árabe", pues no vale confundirlo con el "mundo terrorista". Parece que le place mentir sobre lo que verdaderamente doblega al mundo árabe. Los gobernantes árabes, violadores de los derechos fundamentales de sus ciudadanos -principalmente de sus mujeres- y el terrorismo islámico que se financia por diversas vías no parece importarle a este “defensor” de la Paz.
Pero lo más interesante del investigado guión de Habana Blues es que, si bien mostrará las peripecias y chanchullos de dos cubanos persiguiendo un sueño dentro de ese capitalismo europeo, no mostrará la falta de libertad en Cuba. Le faltó investigar en esos 3 años sobre los que -por opinar de una forma diferente y pacífica- sufren prisión en las cárceles cubanas. Zambrano pretende reforzar el mensaje de Castro de una emigración económica para sepultar la existencia de una emigración política.
El director andaluz dice que no ha pretendido hacer un guión ”profundo y crítico porque eso le corresponde a los cineastas cubanos”. Es decir, alienta a los cineastas cubanos a que aumenten -más aún- la población carcelaria cubana para que así acompañen a Raúl Rivero y decenas de intelectuales que fueron llevados a prisión precisamente por ser críticos.
Quizás, debido a su paso por la escuela de cine castrista, este director andaluz le tiene manía a todo lo norteamericano. Pretende que su tipo de cine desbanque al cine de Hollywood, pues su cine, según sus palabras, es “de calidad” y de “temática”. En una entrevista que le hicieran en el Ateneo de Madrid, ante la pregunta ¿Qué se puede hacer para enfrentarse a esa superioridad del cine de Hollywood? Contestó: “Tendría que ser una pelea consciente, y si hace falta, ir a la guerra de guerrillas vamos....... No hay que unirse a ellos, hay que ir contra ellos...” Palabras y posturas que, a los cubanos, nos resultan familiares.
Muchos terroristas formados por Castro –como Carlos “el Chacal”- dijeron palabras similares a las del señor Zambrano. No es casual que "defensores culturales" del régimen de Cuba coincidan también en defender a los islamistas más extremistas de los que se nutren los terroristas palestinos, tal parece como si de una conversión a una nueva estrategia u otro modelo de lucha se tratara, similar a la del propio “Chacal” que ya se considera una especie de marxista islámico.
La nueva película de Zambrano, que -según él-, le ha llevado 3 años de investigación, cuenta con un presupuesto de 3,4 millones de euros y está producida por Maestranza Films, en coproducción con el ICAIC cubano y la productora francesa Pyramide. En esta película colaboran Ibermedia y Eurimages y, además, en él participan TVE y Canal +. El guión cuenta “la historia de dos jóvenes músicos cubanos que, cuando preparan su primer gran concierto público, reciben una oferta de unos productores musicales españoles para grabar tres discos en España. Esta nueva situación cambiará sus vidas y la relación con sus familiares y amigos. El sueño europeo no es tan bello como se imaginaban...”.
Con esa breve reseña y conociendo de la supervisión del ICAIC (Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfico) nos es fácil intuir la crítica a la “Europa de la guerra y el capital”, o cuando, leyendo un manifiesto en Rota (19-mayo-2002), el pancartero director expresó que “ha llegado la hora de construir con nuestras manos y con nuestros corazones, pero juntos y juntas, alternativas sociales al Capitalismo”. Durante su intervención, llegó a suponer que por su postura le llamarían terrorista y acusó de verdadero terrorista a los EEUU.
Su defensa de los "palestinos" quedó en la frase: “Los gravísimos sucesos que han tenido lugar en Palestina son para nosotros un ejemplo más de hasta qué punto la defensa hipócrita de la Democracia y de los Derechos Humanos por parte de Estados Unidos y sus fieles servidores europeos sirve como burda coartada para doblegar al mundo árabe“. Sólo habría que matizar qué entiende por "mundo árabe", pues no vale confundirlo con el "mundo terrorista". Parece que le place mentir sobre lo que verdaderamente doblega al mundo árabe. Los gobernantes árabes, violadores de los derechos fundamentales de sus ciudadanos -principalmente de sus mujeres- y el terrorismo islámico que se financia por diversas vías no parece importarle a este “defensor” de la Paz.
Pero lo más interesante del investigado guión de Habana Blues es que, si bien mostrará las peripecias y chanchullos de dos cubanos persiguiendo un sueño dentro de ese capitalismo europeo, no mostrará la falta de libertad en Cuba. Le faltó investigar en esos 3 años sobre los que -por opinar de una forma diferente y pacífica- sufren prisión en las cárceles cubanas. Zambrano pretende reforzar el mensaje de Castro de una emigración económica para sepultar la existencia de una emigración política.
El director andaluz dice que no ha pretendido hacer un guión ”profundo y crítico porque eso le corresponde a los cineastas cubanos”. Es decir, alienta a los cineastas cubanos a que aumenten -más aún- la población carcelaria cubana para que así acompañen a Raúl Rivero y decenas de intelectuales que fueron llevados a prisión precisamente por ser críticos.
Es obvio que -ante lo anterior- reconoce ser un cineasta superficial por no haber tocado temas profundos. Temas que deberían importar lo suficiente por ser sobre un país que lleva bajo la bota comunista de Castro más de 45 años. Zambrano no siente ningún remordimiento por omitir realidades porque solo le interesa promover la propaganda encubierta que aprendió en la escuela de cine. Ahora debe pagar sus estudios. Su valía como cineasta lo tendrán que evaluar sus escasos espectadores, su valor como hombre socialmente comprometido se palpa insuficiente, pero su valor como mercenario castrista es excelente.