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Zoé Valdés

Arrogancia de reojo

Qué bien estamos en Francia, comparado con Estados Unidos, ¿no? No hay otra palabra: fracaso. Si acaso una más: odio.

España y Francia no paran de criticar a Estados Unidos, siempre fue así, pero ahora más que nunca tras la elección de Donald Trump. Critican absolutamente todo, con frenética arrogancia, aunque quisieran que no se notara mucho, que se viera como que lo hacen de reojo, sin importarles demasiado. Sin embargo, les importa mucho, yo diría que bastante más de lo que debiera, y que hasta se meten en lo que no les incumbe. Que mejor harían en arreglar lo suyo, que muy al garete que lo tienen, antes de seguir con la ya aburridita cantaleta.

Francia subraya que las elecciones en Estados Unidos no fueron justas, que fueron fraudulentas (y sin suposiciones que valgan), que el voto popular se lo llevó Clinton, por Dios, todavía siguen con eso. Y sin embargo, no sólo Trump acaba de declarar que se hará una investigación sobre el fraude del voto popular (ahora la prensa española habla de supuesto fraude), para colmo está ya verificado que las primarias socialistas francesas han sido un desastre, bajísima participación, votos inflados, y dos rivales que no llegan a la altura de lo más bajo de François Hollande. Uno de ellos, Benoît Hamon, el que lleva la voz cantante, bastante inaudible, por cierto, ha defendido los cafés para hombres solos, musulmanes, con el pretexto de que en el pasado existieron los bares para obreros en los que no se permitía la entrada de mujeres. Ya me dirán ustedes, cuánto atraso disfrazado de benevolencia religiosa politiquera, asunto en el que sólo sale perdiendo la mujer. ¿Y la laicidad? Que conste que esto viene de un dirigente socialista, vaya, vaya, de quién sino. Cuando yo lo digo, qué bien estamos en Francia, comparado con Estados Unidos, ¿no? No hay otra palabra: fracaso. Si acaso una más: odio.

Una gran parte de la prensa española da grima, sobre todo resultan inaguantables esos programas televisivos conducidos por analistas y politólogos de cierta influencia. Critican entre otras cosas muy numerosas, sin informarse primero, que la página web en español de la Casa Blanca haya sido tumbada por Trump. Los políticos también lo critican desaforados, tan renuentes a defender el idioma en su propio país, rompen lanzas a favor del español en Estados Unidos, y aseguran que ese será el idioma de los estadounidenses en 50 años, borrando de un plumazo el idioma inglés; sin percatarse todavía de que por esa razón fue elegido Trump, para evitar la invasión de todos esos migrantes que se niegan a hablar el idioma del país que los acoge y que a todo costo quieren imponer las costumbres y el atraso del país del que salieron huyendo. Porque viendo lo que hablan los cubanos recién salidos de Cuba hoy en día no podemos argumentar que sean un gran ejemplo de riqueza del buen y puro castellano, sólo por poner un ejemplo de lo que yo conozco.

En Francia, donde hay aproximadamente 6 millones de musulmanes, y una gran cantidad de ciudadanos de origen árabe, no existe una página web del Estado francés en árabe. Tampoco en otros sitios existe una página que haga honor a la lengua de los ciudadanos que mayormente estén representados, si es que ellos fueren a representar una lengua y no a convertirse en refugiados o exiliados. Pero los españoles siguen con la candanga de que si la restitución de la página es de vida o muerte, olvidándose del desprecio de uno de sus presidentes, José Luis Rodríguez Zapatero, a la bandera norteamericana durante el desfile de la Hispanidad. Finalmente, los del equipo de Trump debieron aclarar que la web sólo estuvo tumbada por razones de reactualización, lo que se hace siempre que un nuevo presidente asume el poder. Lo mismo sucedió cuando Barack Obama fue nombrado en el cargo presidencial. Pero no tienen memoria, o no quieren tenerla, y lo peor, en aquel momento nadie lo tomó en cuenta ni lo criticó.

En cuanto a los ataques personales a la familia de Donald Trump; primero a Ivanka, su hija; después, y el peor de todos los ataques, a su hijo menor de edad, Barron, y ya por último a su esposa y primera dama, Melania Trump, dan verdadero asco. Hasta revistas digitales de alto prestigio de análisis político en Francia han brindado espacio a todos esos videos virales que pretenden destruir el prestigio de dos mujeres y agredir a un niño. Vergonzoso. Todo fabricado con gran cálculo e inquina y como ya les digo, de reojo, como para que nadie crea que se trata de una cosa de vital importancia para ellos. Siéndolo.

Un país como España, tan dividido, desbordante de personajes corruptos y de extremistas en todos los sectores políticos y sociales, colaborador de tiranías como la castrista, debiera quedarse muy calladito, y mirarse más bien hacia dentro, escrutarse la joroba en el juanete, antes de ponerse a tirar piedras al techo del de enfrente.

Un país como Francia, en el que no para de subir la tasa de desempleo (alarmante de por sí), en el que el presidente en su último viaje, a Colombia, prefiere reunirse con los capos de la narcoguerrilla antes que compartir con los que exigen la paz sin entreguismo a las FARC, debiera hundir su cabeza reteñida en lo más profundo de un hueco en la tierra, o al menos debajo del ala, como los pavorreales. ¿De qué sirve la gran cultura y belleza de la France si su defensa por los derechos humanos la han revolcado en el más oprobioso de los lodos cuando recibieron y celebraron al tirano Raúl Castro?

La envidia es lo que queda, me atrevería a afirmar, la envidia sostiene todavía a Europa, pero no por mucho más tiempo. Desafortunadamente, caeremos en manos de gente mucho más extraña y peligrosa que Trump. Iremos de todos estos engreídos criticones a extremistas destructores de la peor de las calañas.

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