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Zoé Valdés

Benzema

Karim Benzema no fue nunca santo de mi devoción. Jamás me ha gustado su posición altanera, su arrogancia.

No soy una fanática del fútbol, pero lo veo a veces y estoy al tanto de sus jugadores. Karim Benzema no fue nunca santo de mi devoción. Jamás me ha gustado su posición altanera, su arrogancia. Ahora resulta que lo volvemos a ver enredado en un escándalo a la sextape, de video y sexo y un chantaje a su compañero Mathieu Valbuena.

Valbuena estaba concentrado con la Selección de Francia, a finales de la pasada temporada, cuando recibió una llamada telefónica que le alertaba de que su imagen aparecía en un vídeo con alto contenido sexual. En esa llamada, a Mathieu le chantajean con que o paga 150.000 euros o el vídeo será difundido a través de internet.

Por el momento a Benzema le han prohibido acercarse a Valbuena y de entrar en contacto con él y con aquellos que probablemente serán juzgados. Excesivo como conductor de automóvil, sin permiso de conducir, más el escándalo Zahia, varios han sido los motivos para que la justicia se ocupara del jugador.

Muchos amigos han sacado la cara por él, entre ellos Zinedine Zidane, pero Benzema sigue dando de qué hablar y no precisamente por su buen comportamiento como futbolista. No, no es un deportista ejemplar y mucho menos un ser humano decoroso.

Tanto que ganan estos deportistas y se creen que por eso tienen a dios agarrado por los cabellos y al mundo entre sus manos, o entre sus pies, como un balón de fútbol.

Da pena ver que estos jugadores constituyen el referente que tienen millones de niños en todo el mundo: ricachones y en algunas ocasiones, como ésta de ahora, desvergonzados.

Ya los escritores no somos referencia para nadie, ahora son los deportistas y sus mansiones. Sus mujeres o amantes y el oropel que les rodea es lo que enceguece a media humanidad. Entre un libro y una pelota de fútbol la mayoría elegirá el segundo elemento.

Cada vez hablamos menos, cada día leemos menos. Pegados a nuestras pantallas preferimos las malcriadeces de un Benzema a las verdades nada complacientes de un Houellebecq.

¿Somos más deportistas por ello? No, pegados a la pantalla no se ejercita el físico y mucho menos la mente, y con una botella de cerveza en la mano menos que menos.

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