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Zoé Valdés

Chávez y la canción del invierno

Cada vez que Chávez canta, en París nieva, figúrense el poder que tiene este hombre.

Qué pena, no estará Hugo Chávez en su propia toma de posesión, el próximo día 10. Tampoco le oiremos cantar rozagante esas canciones que de súbito le brotaban como arsenales de su henchido y aguerrido pecho.

Cada vez que Chávez canta, en París nieva, figúrense el poder que tiene este hombre. Por eso nada más merece que lo coloquen de primero en la lista de hit parades, de la Canción del Invierno. Yo he sentido mucho la enfermedad de Chávez, me da mucha pena que un hombre tan troncúo y saludable, que pensaba gobernar Venezuela hasta el 2016, qué digo, ¡hasta el 2026!, y más para allá, haya caído con esa enfermedad que lo ha tumbado "por poco tiempo", según sus esbirros, digo secuaces; perdón, colaboradores.

"Poco tiempo", dijeron y sostienen; o sea, creo que lleva ya más de un año, cuatro operaciones y un postoperatorio reciente, de más un mes. Pero como Chávez es un buey, un toro, un camello, un mulo, una bestia... la Bestia... lo tendremos de vuelta, y podrá tomar posesión de Venezuela, de Cuba, de América Latina y del mundo. Su pueblo reza para ello. El pueblo cubano reza para que así sea (son los más interesados). Los clérigos cubanos dan misas en su honor, y los militares cubanos se apropiaron de los gladiolos de las Damas de Blanco para homenajearlo en una de esas misas, cantadas y todo, como il se doit. Todo un show bananero, como era de esperar.

Pero Chávez regresará y entonces se hará otra misa mayor, donde él mismo cantará, cantará él solito, con esa gran voz que tiene de tenor compungido y esa fuerza tan inmensa que le sale desde los pantalones, digo los pulmones, y volveremos a verle emocionados esos dos graciosos dientecitos separados por los que le cabe el AVE que une Madrid con Barcelona, y quedaremos hechizados todos con la canción invernal del presidente bolivariano.

En serio. Lo único que verdaderamente le deseo a Chávez es que tenga la posibilidad de ponerse bien, de curarse, y una vez que lo haga, que aproveche la oportunidad que le dieron la medicina, Dios, la virgen y el niño Jesús para convocar otra vez a elecciones presidenciales, o que se puedan convocar sin que él lo decida. Que además le pida a su pueblo que deje de rezar y se ponga a doblar el lomo, a trabajar; que dejen de tomar ejemplo de los castristas, que eso no conduce más que al fracaso y al abismo; y que acaben de decidirse a votar por la mejor persona, por el adecuado o la adecuada, que pueda llevar de nuevo a Venezuela al éxito económico, porque al parecer no sólo el país está ya en una crisis imparable, sino que la quiebra será una de las más sonadas del mundo.

Creo que ésa sería la mejor canción del invierno de Hugo Chávez: cuando decida que los venezolanos deberían elegir una cabeza lúcida y un cuerpo saludable, cuando se dé cuenta de que ya él no puede tomar las riendas, como no sean las de su propia vida. Y si, por el contrario, no pudiera ya cantar ese tipo de canción, que al menos la deje por escrito.

Aparte de eso, fuera de broma, reitero, deseo vida y libertad a los cubanos, a los venezolanos y a toda América Latina. Feliz año a todos en esta primera columna del 2013. Y que la canción del invierno de Chávez se convierta también en la del verano, pero con transparencia y lucidez. 

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