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Zoé Valdés

Cumpleaños con bandera norteamericana

¿No ven que todo es una bufonería a costa del fracaso?

El dictador Fidel Castro cumplirá 89 años el próximo 13 de agosto. Numerosos presentes se le avecinan. Bolivia y Evo Morales han empezado ya con los festejos. En Matanzas, Cuba, sembraron cien cedros para el comandante, alguna brujería habrá detrás de todo eso. Un concierto ha sido organizado en el Protestódromo, junto a la embajada norteamericana, para el mismo día.

El día siguiente, el 14 de agosto, John Kerry izará la bandera de Estados Unidos en esa misma embajada. ¿No se dan cuenta que todo ha sido armado como para que el acto del izamiento se convierta en una ofrenda más en el aniversario de Castro I?

La disidencia no será invitada al acto del izamiento de la bandera, faltaría más. Pero tampoco la prensa independiente, como ha denunciado el periodista Iván García, ha recibido noticias oficiales del evento y mucho menos se ha reclamado su presencia. No es algo nuevo, a las conferencias de prensa de la Casa Blanca, en Washington, también se ha denegado la entrada a lo que ellos consideran periodistas "conflictivos". Nada, cosas de la administración Obama, que cada vez se quiere congraciar más con la tiranía de los hermanos Castro.

El caso es que hay que alertar a los disidentes que asistan por su cuenta a festejar el izamiento de la bandera de que no sólo no serán los bienvenidos además se encontrarán con el concierto de marras o al menos con la rémora del concierto, con lo que podrían ser confundidos con aquellos que irán a celebrar el cumpleaños del diablo viejo. Para eso han preparado todo de la manera en que lo han hecho. Para que los eventos se confundan y la ceremonia de la bandera norteamericana sea el súper regalo de Estados Unidos al cagalitroso en jefe.

Si toda esta parafernalia ocurre en el 89 cumpleaños, imagínense lo que será el 90 aniversario. Serán capaces de cualquier cosa con tal de subrayar todavía más que el dueño de la isla, ¡qué de la isla!, que el dueño del continente, y de toda América, es el camaján mayor. Y no duden ustedes que para ese entonces, el regalo más especial sea la visita personal de Barack Hussein Obama, al que el trasero le hace puchero por reunirse con quien considera uno de los gobernantes más ejemplares del mundo. Sin decirlo, le sale por los ojos.

Pero volvamos al concierto, allí estarán los perros ladrándole al amo, y el amo despreciándolos, como suele hacer. Ya que el amo detesta cualquier canción de los perros y todavía desprecia más a los aulladores, tal como confesó en una entrevista con Tomás Borge, que las únicas canciones que le gustaban son los himnos patrios.

Ahora recuerdo a aquel aullador profesional, militante del partido y antiguo ministro de Exteriores, hoy defenestrado en la sombra, Roberto Robaina, que en sus tiempos de gloria y euforia castrista se encaramó en la tribuna, junto al Coma Andante, y se puso a aullar: "¡El que no salte es yanqui!". Poniendo a Fidel en el aparatoso ejercicio de saltar para que no lo tildaran de yanqui. Pero ahora la cosa es a la inversa, ahora el que salte es yanqui. Y habrá que saltar, igual que antes, pero al vacío. Más al vacío que nunca. ¿No ven que todo es una bufonería a costa del fracaso?

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