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Zoé Valdés

El fin del fin de Venezuela

Y cuando ya uno cree que no puede haber más fin, entonces los castrocomunistas llegan y te dan la otra gran sorpresa, la del final del fin.

Y cuando ya uno cree que no puede haber más fin, entonces los castrocomunistas llegan y te dan la otra gran sorpresa, la del final del fin. Eso tienen ellos, son maestros en sorpresas y asombros. Y también sabios en extender los finales más que en demasía. Es más, son expertos en convertir los finales en fines concretos de inexistencia permanente. No existes, luego existes. Cual zombi.

La MUD ha sacado a las calles a todo un pueblo, encomiable, no hay dudas. Pero ¿para qué? Pues para eso, para alargar el fin hacia el final, o al revés. La MUD después, de tantos días del pueblo en las calles, en las calles de todo un país, ¡y qué país!, pues se apunta para que los chavistas los acepten en sus tramposas votaciones. ¿Es que son bobos o los han comprado? Van por el mismo camino de la bichidisidencia castrista, recortados y hechitos a imagen, medida y semejanza del tirano.

Les hemos alertado: resistencia. Les hemos advertido: paralicen el país. Les hemos insinuado: plomo. Pidan una intervención militar internacional. Es más, exíjanla. O salgan a matar antes de que los maten. Pero nada.

El bueno de Henrique Capriles Radonski se sale con un video de unas encuestas, que si esto, que si lo otro, que si lo que querría el pueblo en su imaginación calenturienta de opositor desmedido y desconcentrado; entre las cuatro preguntas: elecciones presidenciales.

Óiganlo bien, elecciones presidenciales pide Henrique Capriles Radonski, un señor que sabe perfectamente que fue abatido por las trampas electorales del castrocomunismo. Pero bueh… así vamos. Y así no llegarán más que al final del fin ad aeternum.

La MUD está resultando, por lo que veo, una oposición blanda y socialistoide, que no hace nada sin el consentimiento y la aprobación de los socialistas del mundo entero, "uníos".

Siento decirles que están más perdidos que un pedo en un baile, porque todos esos socialistoides no son más que discípulos fieles del castrismo, y lo que buscarán es el diálogo entre la oposición y el tirano, para conseguir lo que ya saben, la prolongación eterna e infinita del fin, y en ese estira y encoge, que la tiranía gane tiempo hasta que cumpla más de 58 años, como en Cuba, o todavía más, como en Corea del Norte. Y entonces estén los venezolanos jóvenes de hoy todos jorobados y viejos (si es que llegan a viejos), esperando, igual que los cubanos actuales, a que los gobierne el yerno de la hija de Chávez, o el efebo elegido por Maduro (ya para entonces con ochenta y tantos años y miles de crímenes en su haber), o el hijo de Cilia Flores, y el otro hijo de Maduro, y así hasta que no haya país que defender ni pueblo que lo defienda. Hasta que no quede más que ruinas y rastrojo humano, embrutecidos todos, esperando a que el exilio les recargue los teléfonos móviles, para entonces ellos mendigar que les manden un pollo frío desde la Yuma y poder llevarse algo al estómago de vez en cuando.

¿La solución? Pues ésta: ¿qué espera Donald Trump para sacar a toda esa gente a la fuerza, primero de Cuba y después de Venezuela? ¿Qué espera el mundo? ¿A que la masacre continúe ad infinitum et ultra’?

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