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Zoé Valdés

Espías y topos heroicos

El mundo anda patas arribas, no es nada novedoso, pero cada vez nos hundimos más en el desasosiego.

El mundo anda patas arribas, no es nada novedoso, pero cada vez nos hundimos más en el desasosiego, y para colmo placenteramente, tal como pronosticó Fernando Pessoa, sin quererlo tal vez, en su Libro del desasosiego.

El caso es que observen qué lindo está esto: Barack Obama, el presidente de los Estados Unidos espía a los periodistas, y a su vez, al gobierno de Estados Unidos lo espía un muchachito ahí, de la CIA, llamado Edward Snowden con carita de "yo no fui" o de "Gatica de María Ramos, que tira la piedra y esconde la mano".

Snowden ha cantado más que los Tres Tenores juntos, pero nada, la cosa pasa como si nada, como el acontecimiento más normal del mundo; él ahora anda por ahí desaparecido, los periodistas siguen muy felices de que Obama los espíe, y Santas Pascuas. Después no vengan a decirme que la Guerra Fría se acabó.

Sí, ahora se han puesto de moda los espías y topos heroicos, encore!

Disfrazados también de disidentes cubanos le dan la vuelta al planeta en más de ochenta días, y la bola pica y se extiende. A su regreso y entrada en el país ni siquiera les revisan las maletas, inclusive hasta les autorizan exceso de equipaje. ¿Será por los famosillos que son? No lo creo, porque en ningún aeropuerto del mundo le permiten ni siquiera a Leonardo Di Caprio un exceso de nada.

El asunto es que cuando a estos topos, espías, o como se llamen, disfrazados de disidentes, la policía los detiene en el aeropuerto de La Habana, lo hacen con una cordialidad que no se gastan ni con los turistas extranjeros. A esas detenciones, uno de los "famosillos" las denominó en Twitter: "inspecciones de rutina".

Óiganlo bien, un "disidente" de los de último diseño que se quiere comer el mundo, y contemplarlo en toda "su funcionalidad", califica a un registro, a un interrogatorio, por parte de la policía política: "inspecciones de rutina". Ciertamente, qué inocentes son estos "disidentes", o qué gentiles son los esbirros del castrismo, que ahora tratan con guantes a los privilegiados del Disintur, mientras que a los turistas les decomisan libros de escritores exiliados, periódicos, dispositivos USB, los maltratan; y hasta los encierran horas de horas, a familias con niños incluidos, por el mero hecho de haberse encontrado en la calle con una persona no confiable.

Por otra parte, Julián Assange, el héroe de los topos y espías, el Señor de los Wikileaks, reparte títulos de nobleza: "Este señor, Edward Snowden, es un héroe", ha dicho, y así se ha quedado, y se ha publicado, para colmo le recomienda que pida asilo en América "Letrina". Sí, toda la basura del mundo irá allí a parar al fin. Pobre Martí y su Nuestra América, que ya no es la suya, ni la mía.

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