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Zoé Valdés

Hematoma Cristina

Cristina Kirchner es toda ella un hematoma en dos patas, una especie de accidente absurdo, una jícara abultada, hinchada, abofada, y oscura.

Cristina Kirchner es toda ella un hematoma en dos patas, una especie de accidente absurdo, una jícara abultada, hinchada, abofada, y oscura.

La noticia de primera página, desde ayer, es el hematoma del que han tenido que operar de urgencia a Cristina Kirchner, presidenta de Argentina. Al parecer Cristina Kirchner resbaló, se cayó contra el canto de algo, de una puerta, de una mesa, de un escritorio, y le creció un chichón hacia dentro sin dejar huellas, porque en las fotos recientes que he podido observar no veo yo ninguna marca evidente de golpetazo, tarrallazo, o tortazo en la cabeza. Quizás sucedió en el cráneo, y ésa sea la razón por la que no se advierta el chichón, ocultado por la cabellera.

Cristina Kirchner entonces ha pedido baja por un mes o los médicos se la exigieron. Argentina entonces, como antes Venezuela, cuando enfermó Hugo Chávez, se queda sin mando, sin presidenta, y sin la cabeza de un guanajo, digo, de una guanaja, porque la cabeza padece de un hematoma.

Un hematoma, dicen. Bueno, yo a cada rato tropiezo y se me hacen morados, chichones, o sea hematomas, y no me tienen que operar por ello, ni pido un mes de reposo absoluto, ni siquiera voy al médico. Me froto con saliva y sigo. Tal vez debiera ir al médico. Pero es que como tropiezo tan a menudo, ya no le doy importancia a la cosa.

Cristina Kirchner, esposa del antiguo presidente fallecido, quizás debido a otro hematoma en el corazón, que se presentó a las elecciones presidenciales porque era una mujer de un presidente con una carrera política de esposa acompañante y que fue elegida por el pueblo argentino, qué duda cabe, ahora luce un hematoma del que todo el mundo habla y escribe, hasta yo, que ni siquiera hago caso de los míos.

Pero es que si nos ponemos serios, y bonitos, Cristina Kirchner es toda ella un hematoma en dos patas, una especie de accidente absurdo, una jícara abultada, hinchada, abofada, y oscura, para colmo con boca mofletuda, cachetes embotados de bótox (el bótox no perdona y trepa por las entendederas), ojos con ojeras negras a la usanza de las antiguas mamboletas. Si a Cristina Kirchner la van a operar de un hematoma, o ya lo hicieron, según leo, cosa que yo desconocía, que los hematomas fuesen operables, pues lo adelanto: los cirujanos se las verán dura, bien difícil, porque tendrán que dirigir los bisturíes con mucho cuidado, silueteando los contornos, no vaya a ser que extirpen de cuajo al hematoma corporal de Cristina que contiene al real hematoma que ellos deberán o han operado ya.

Yo, verdaderamente, ya no entiendo nada. Cómo es posible que la prensa tan sabia siempre, la que no se equivoca nunca, se atreva a escribir y a repetir, portada tras portada, que un hematoma se opera, y que ese hematoma, ése de esta señora presidenta de la Argentina, lo ha inaugurado ella como algo esencial, como un vernissage de una exposición, o un suceso fenomenal de la ciencia; la señora Cristina Fernández de Kirchner se llevará sin duda alguna el próximo Nobel por el descubrimiento, no del átomo, sino del hematoma como átomo cerebral.

En mis tiempos, cuando yo me subía a los árboles, y me caía de cabeza de sus ramas, o me despetroncaba con los patines, siempre había una abuela, la abuela, la propia, que llegaba corriendo dando alaridos con el pomito de árnica y el algodón enchumbado y presto para aliviar con masajes el morado o moretón, que tampoco se le llamaba hematoma, como tampoco a la tristeza se le llamaba depresión. Pero el mundo ha cambiado, eso está claro, lo mismo el lenguaje, a la velocidad en la que tras un trancazo nace un chichón.

Pero a Cristina ya no le quedan abuelas desde hace rato, aunque bien podría apañarse con la corrupta Hebe Bonafini de la Plaza de Mayo, y para colmo de asombros es la única presidenta que será o ha sido operada, pues ¿de qué? Pues de eso, de un chichón, al que ahora llaman hematoma tan lindamente estos muchachitos de la prensa mundial.

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