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Zoé Valdés

La depresión total

El discurso tan esperado del socialista François Hollande resultó ser la tabla salvavidas del que se ahoga en medio del océano balbuceando auxilio

Las elecciones presidenciales francesas se aproximan y el panorama se presenta cada vez más deprimente. El discurso tan esperado del socialista François Hollande resultó ser la tabla salvavidas del que se ahoga en medio del océano balbuceando auxilio. Para colmo ha sacado un video clip con la intención de promover su campaña que es lo más ridículo que se pueda imaginar, y ya le están dando cuero con eso en todas las televisiones y radios; existen dos parodias en versión cómica: Power Rangers y otra estilo Aserejé. Ver al antiguo ministro de Cultura de François Mitterrand, el estirado Jack Lang, haciendo un gesto de rapero al tiempo que exclama de manera forzada: "¡El cambio es ahora!", es como para arrastrarse de la risa y morir de un infarto masivo del miocardio por pujonería y bobería.

Y es que François Hollande se quiere vender como una mezcla de Barack Obama más François Mitterrand. Y como es evidente, del primero no posee el color ventajoso de la piel (lo que sería discutible en Francia, donde a estas alturas se anuncia con bombos y platillos la rareza de que un presentador del Journal Télévisé sea negro) y carece del verbo hipnotizador del segundo. Sin embargo, como mismo decían de Obama, de él se comenta que en la intimidad resulta muy simpático, y que es una persona sumamente inteligente, brillante, y que aportará mucha emoción y buena onda a este país en caso de que gane las elecciones. Es cierto que este país necesita vibraciones positivas y también mostrar mejor sus sentimientos, pero no creo que sea la labor de un presidente convertirse en profetizador de bola de cristal o en un Marabou o brujero africano de tribu o aldea. Lo que necesita Francia es un presidente en sus cabales, y eso es lo que espera la gente de las próximas elecciones. Podrá ser muy simpático, incluso a mí me cae muy agradable por un artículo anticastrista que escribió hace algunos años, pero esa simpatía no se le sale por encima del ropaje, y deberá pulirse para alcanzar desalmidonarse un poco.

Por su parte, Nicolas Sarkozy, que no padece del estiramiento de la mayoría de los políticos franceses y de los franceses en general, en un extraño arranque de perdedor avant la lettre manifestó que si le toca perder las elecciones se retirará de la política. Yo no lo vi cuando lo dijo, así que no sé si lo hizo con un mohín lloroso o con una mueca amenazadora y chantajista de las tantas que usa y de las que ya nos tiene hartos. Mala señal de todos modos, eso quiere decir que antes de empezar a luchar por su reelección ya tiró la toalla. Necesitará para recuperar la felpa y el ánimo a la Merkel de un lado y a Carla del otro. Una le asegurará el euro, la otra le sacará el aire. Porque ¿no lo han visto cómo camina? Como si aguantara sin querer la respiración o tuviera un pedo trabado.

En el partido que encabeza François Bayrou, el MoDem (Movimiento Democrático), movimiento democrático que no se mueve jamás del centro, unas veces mínimamente hacia el centro derecha y otras meticulosamente hacia el centro izquierda, depende de hacia dónde se mueva la ola, pues como ven, la cosa siempre se mueve precisa y cuidadosamente hacia la figura de Bayrou, pese a que haya pronunciado una de las frases más tontas y demagogas de la campaña –y no hemos hecho más que comenzar-: "Yo afirmo que el tema principal de estas elecciones es el pueblo francés". Vaya, otro que descubrió el agua tibia.

Pero a mí, francamente, la que más gracia me da es la ecológica, la señora Eva Joly, que tiene una trayectoria bastante tormentosa, aunque en ascenso invariablemente hacia el poder. Esta señora, con su gracioso acento noruego (valga señalar que cuenta a favor de la Francia que el acento no sea un impedimento para ser considerado presidenciable), ha pedido que se dedique un día a la religión judía y otro a la religión musulmana en un país de raíces cristianas y eminentemente laico. Tampoco al parecer le molesta, como buena izquierdosa que es, lidiar con la matazón musulmana de corderos y todos los etcéteras que la religión, cualquiera que sea, resta a la democracia. Muchas luces las de esta señora, tantas que ella misma se ciega.

Y al final, tenemos a Hervé Morin un candidato por el partido Nuevo Centro que según él fue testigo del desembarco a Normandía durante la Segunda Guerra Mundial habiendo nacido 17 años más tarde. Y a la inefable (para algunos) Marine Le Pen, de la que ya he hablado, la más peligrosa, porque siendo de la ultraderecha, por lo visto sigue sumando votos, y continúa siendo la menos bruta en su ascenso a la gloria efímera del poder (cuatro años como quiera que sea de una vida, u ocho, o más...) No digo que la menos ridícula porque ridículos son todos.

Tenemos, por lo visto, un amplio abanico, aunque con las aristas chamuscadas. Habrá que elegir de tantos males, el menor. Y buscarnos alguna pastillita que nos quite la enorme depresión que ensombrecerá aun más a este país el día después del error, que esperemos que no lo sea, que sea, por el contrario, el día del acierto.

 

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