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Zoé Valdés

La ofensa inadmisible de Richard Mourdock

Este hombre entonces odia a las mujeres profundamente, y también odia a Dios.

Un senador republicano del estado de Indiana ha dicho –según leo en la prensa, que tampoco es muy católica que digamos en tiempos de elecciones presidenciales estadounidenses– que un embarazo producto de una violación es algo que Dios quiere que suceda. "Los embarazos provocados por un violación son 'algo que Dios quiere que pase'. De este modo el senador republicano del estado de Indiana, Richard Mourdock, reaviva este espinoso asunto en la recta final de campaña" (tomado de Ecodiario).

Si es cierto que este hombre ha dicho esto, y no se trata de una deformación de sus palabras por la prensa en tiempos electorales, será porque este señor no tiene hijas, sobrinas, ni esposa, ni madre. Y si las tiene, este hombre entonces odia a las mujeres profundamente, y también odia a Dios.

No se trata de ninguna manera de un estúpido, aunque también, sino de un odiador profesional, de una persona con mucho odio acumulado en su corazón en contra de la belleza, del amor y de la libertad. Dios es todo eso, las mujeres también lo somos.

A estas alturas, en pleno siglo XXI, tenemos que oír semejante imbecilidad en boca de un senador republicano de Indiana. Estamos ante un hombre que fue elegido de manera democrática, supongo, para ocuparse de los destinos de sus ciudadanos. ¿Podríamos creerlo? Yo lo creo con los ojos cerrados, porque la cantidad de energúmenos que tenemos como políticos, elegidos por un pueblo enfrascado en internet, en la bobería cotidiana, sin abrir verdaderos libros, regidos y dirigidos a consumir incultura y chabacanería, sobrepasa ya las expectativas, que hará unos veinte años atrás ya avizorábamos no muy buenas.

Estamos viviendo en el verdadero horror. En un mundo espantoso donde un tipo se permite pensar de tal modo tan grotesco; y no es cualquier tipo, es un político, uno al que le pagamos con nuestros impuestos para que se manifieste como un cromañón; un tipo que se supone puede ser un ejemplo de corrección y consideración.

Bien, no lo es. Para mí, este tipo es un vulgar violador de los derechos humanos, y no merece guardar un minuto más su puesto. No se le debiera ni siquiera aceptar una excusa ni un perdón. De patitas a la calle directamente debiera ir, debieran echarlo ya sin ningún remilgo. La iglesia que frecuenta también debiera expulsarlo, por pensar que Dios podría querer que una mujer abusada, violada, tuviera que guardar el fruto de semejante tragedia.

¿Hay alguna diferencia entre este hombre y un islamista radical que quiere imponer la sharia, lapidar, dar latigazos, ahorcar, decapitar, frente a las decisiones sexuales de las mujeres y homosexuales? Poca, muy poca, yo diría que la línea divisoria es bastante limitada, raspando los contornos. Estoy contra uno y otro.

Es una vergüenza que esto suceda hoy en día en Estados Unidos, aunque también ocurre a diario en Europa. Ninguno de los hombres y mujeres que dirigen el mundo actual tendría que aceptar este tipo de manifestación, expresada con tanta irresponsabilidad y hasta pujonería, y mucho menos los que debemos aceptarlo como político sin haberlo elegido. Este hombre es un peligro.

Y, francamente, es una pena que los hombres no salgan embarazados todavía. Porque sería bueno que el señor Mourdock experimentara en sus carnes la terrible experiencia de ser violado, y si fuera en grupo, peor para él, y que además tuviera que afrontar después no solo el inmenso dolor, físico, psicológico y espiritual, sino que además tuviera que aceptar y hasta cargar, de por vida, con la prueba fehaciente de tan insoportable vejación. 

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