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Zoé Valdés

La vergüenza

Ya está hecho. El gobierno francés en pleno y una parte de los artistas franceses se inclinaron ante el tirano.

Ya está hecho. El gobierno francés en pleno y una parte de los artistas franceses se inclinaron ante el tirano. Poco faltó para que lo sentaran en el trono de los antiguos reyes. Lamerle hasta ese punto las botas sólo ha servido, en lo que a mí respecta, para despreciar cada vez más a los políticos de este país donde decidí exiliarme hace más de veinte años.

Por suerte, mientras Castro II se besuqueaba con los izquierdosos en París, yo me encontraba en Londres. O sea, que no respiramos el mismo aire, un aire viciado temporalmente por sus crímenes.

No sólo François Hollande, antiguo crítico del régimen, por cierto, recibió con bombos y platillos a Castro II, también la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, que por sus orígenes sabe bien lo que es una dictadura, la dictadura franquista, le abrió de par en par las puertas de la alcaldía al criminal.

Con Anne Hidalgo de adjunta del antiguo alcalde de París, Bertrand Delanoë, organicé un homenaje al grupo opositor las Damas de Blanco. Anne Hidalgo también se vistió de blanco en solidaridad con las mujeres cubanas, familiares de los presos políticos, y se expresó a su favor cuando me condecoraron con la Médaille Vermeil de la Ville de Paris. Corta tiene la memoria Hidalgo si tan pronto se olvidó de todo lo que hablamos en relación a la situación de los cubanos y sus libertades. Una verdadera vergüenza esa foto donde ella se entrega con una amplia sonrisa a la presencia indeseable.

Y eso no fue todo. A la recepción que Hollande ofreció a Castro en el Palacio del Elíseo asistieron, además de políticos de la izquierda ultrarrecalcitrante como Jean-Luc Mélenchon, seudoartistas de la calaña de David Guetta, que para mí no es más que un pinchador de discos, junto a su novia cubana, la modelo Jessica Ledon. Guetta auguró un próximo megaconcierto en La Habana. Todos quieren posicionarse antes que lleguen los americanos.

Hollande instó a Obama a que levantara el embargo lo antes posible, condonó gran parte de la deuda y él y el dictador se prometieron mutuamente acuerdos económicos. ¿Y la democracia? ¿Y la libertad? Ni una sola mención.

¿La prensa? En su gran mayoría toda a favor de la visita, lo que indica cuán solos están los periodistas independientes cubanos y cuán solitarios están los cubanos tout court.

La puesta en escena ha sido más que indignante, verdaderamente repugnante. ¿Cómo vivir ahora con semejante asco?

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