Curioso este mundial de fútbol donde se gana a lo como sea; ha sido el caso del uruguayo Luis Suárez, al que ya muchos llaman el Caníbal, y es que el delantero ha desarrollado una pericia extraordinaria, la de ganar con los dientes, o sea, mordiendo a los compañeros del equipo contrincante.
La gente en las redes sociales encuentra el caso muy gracioso, y entonces se desatan todo tipo de bromas y se cuelgan fotos no menos chistosas acerca del vergonzoso suceso, porque es una verdadera vergüenza que un deportista agreda de manera salvaje a otro. O lo que soy yo no le veo la gracia por ninguna parte, tal vez sea que hoy tengo el día torcido. No sé ustedes…
A mí ya me cuesta entender lo que ganan los futbolistas, así que, que además muerdan y cobren por ello, no me cabe en la cabeza. Es que debieran sancionar duramente al jugador y desclasificar el partido en donde se haya producido semejante falta de respeto no sólo a su rival, sino además al público y a sus seguidores.
Imagínense que, tal como van las cosas, la mordida de Suárez se ponga de moda, no sólo en cualquier otro deporte, sino en cualquier otra manifestación, artística u otra, y hasta en la vida cotidiana, y que cada vez que tengamos a alguien delante que no nos guste le caigamos a dentelladas. No estamos muy lejos de tal realidad, eso sí que es un hecho y no una mera imaginación.
Yo, por mi parte, no voy a perder más mi tiempo en ver ningún partido donde participe este señor. Aunque analizando lo que sucedió en el primer partido de este Mundial con el equipo de Brasil, tan mediocre, la mordida no se hace sólo con los dientes. La mordida podría ir de millones y millones.
Y que a América Latina le esté yendo de primera me importa un pito si así es como lo consiguen. En cuanto a quién gane la final, ya que no está España, me gustaría que gane Francia. Al menos para ver a los franceses contentos. Y ya saben que eso no ocurre desde 1998, la última vez que ganaron en un atraco como éstos.