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Zoé Valdés

Puntuaciones y puntualizaciones a Marco Rubio

Me gusta mucho cuando se refiere a EEUU. Cuando no me gusta es cuando se transforma en el conservador empedernido que se supone le exigen ser.

Me gusta mucho cuando se refiere a EEUU. Cuando no me gusta es cuando se transforma en el conservador empedernido que se supone le exigen ser.

Marco Rubio es un joven político cubanoamericano que ha sido recientemente portada de la revista Time, que lo ha nombrando "salvador" del Partido Republicano. Rubio fue el elegido por su partido para hacer la réplica al presidente Barack Obama en el Discurso sobre el Estado de la Unión.

Vi su discurso. Fue muy bueno, le doy diez puntos. Pero al parecer el maldito trago de agua, la sed que le secó las cuerdas vocales le han robado la espectacularidad a sus palabras. No me explico cómo no le colocaron debajo de la tribuna un discreto vaso de cristal con agua, ¿o es que los vasos no se estilan ya, y mucho menos si son de cristal? Yo siempre llevo un vaso en la cartera, de cristal, porque detesto empinarme una botella plástica en cualquier lugar. Se lo recomiendo a Marco Rubio, llevar siempre un vaso de cristal (preferiblemente) entre sus andariveles. Lo que le evitará altercados como el que acaba de padecer.

Marco Rubio tuvo sed en medio de su discurso, quién sabe si la víspera había cenado bacalao y esa fue la razón de la garganta seca y del traguito de agua que se disparó y se ha convertido en la comidilla de las redes sociales, tal vez estaba más nervioso que de costumbre. Cualquiera de las dos cosas es lógica, humana, y para mí no tiene ninguna trascendencia. Pero a las masas de las redes sociales lo único que al parecer les conmovió –para mal, con la intención de ridiculizarlo– fue el sorbo de agua. Hasta el mismo Rubio comentó en tono jocoso en Twitter el incidente.

¿Se dan cuenta de en qué mundo vivimos? A un político de esa talla se supone que le da olímpicamente lo mismo (por no decir una barbaridad) lo que digan de él, que se concentra en sus palabras y sigue adelante. No, Rubio se queda rezagado en la rigolade de las masas, que francamente son más ridículas que él, puesto que sólo muestran el nivel de ignorancia y cretinismo en el que nos ha hundido internet.

A mí Marco Rubio me gusta mucho cuando se refiere a Estados Unidos. Sin duda alguna es un gran orador y conoce su oficio de político, aunque todavía no lo ha ejercido al duro y sin guante. Cuando no me gusta es cuando se transforma en el conservador empedernido que se supone le exigen que sea, y se niega a reconocer que el mundo avanza, que el mundo y los votantes merecemos mejores y más modernos políticos de derecha en asuntos relacionados con la religión, el aborto y la homosexualidad. Tampoco me agrada demasiado cuando dice que la libertad de Cuba depende de internet, que cuando los cubanos tengan internet serán libres. No, estimado Rubio, siento decirle que los cubanos serán libres cuando tengan vergüenza, honor, coraje, y no hagan de la libertad de Cuba una coartada o un pacto para apoyar el raulismo light o un simple negocito para escapar.

Internet sin duda alguna es un arma, aunque un arma de doble filo, como habrá podido comprobar por sí mismo ayer, tras su discurso.

Los cubanos necesitan ejemplos dignos, oradores y políticos que les hablen de libertad, de democracia, de justicia y, reitero, de vergüenza. Los cubanos necesitan apoyo –cualquiera que sea, y no solo internet– para que los Castro abandonen el poder. Pienso y sugiero que la primordial tarea política sea expulsar a los Castro de la ONU, y que la propia ONU los condene y expulse. Ese es el lobby que habría que crear ya, el lobby anticastrista que los cubanos se merecen y que debería existir desde hace mucho tiempo.

Espero que Marco Rubio esté a la altura, aunque, claro, nadie le debe exigir nada que tenga que ver con Cuba, porque él es por encima de todo un político norteamericano y, como bien dijo de manera brillante en su discurso, de lo que se trata en América es de América, de los Estados Unidos, del triunfo del pueblo americano y del triunfo de la economía norteamericana.

Pero en caso de que Marco Rubio pueda echar una mano a Cuba y a los cubanos, aparte de lo que ha hecho ya en este campo, sería más potente y necesario que atienda a la población disidente auténtica, a los opositores negros, a los mestizos, a la gente de a pie que sí sale a la calle día a día a defender sus derechos, y que no se deje llevar por los numeritos farsantes de internet, que no todo lo que brilla es oro.

Que estudie y divulgue los diversos proyectos de los opositores, que atienda al Movimiento Cristiano Liberación, al Movimiento Negro Cubano (ya hay varios) y a las verdaderas víctimas, y no dependa y hasta siga la agenda que le imponga –como traspié– el Partido Demócrata y el Gobierno de Obama. Sería un tremendo acierto, y además se ocuparía sincera y cabalmente de lo que no se ha ocupado, precisamente, el Gobierno de Obama en lo relacionado con Cuba: de su entera libertad.

Por eso, con todo respeto, prevengo a Marco Rubio: para el próximo traguito de agua lleve vaso de cristal, y sobre todo no beba del abrevadero al que le invite su rival, porque ese rival, que acepta gustoso las trampas del castrismo, pudiera servirle un producto del obamunismo, que muy pronto podrían enviarle directamente desde La Habana. 

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