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Zoé Valdés

Tanto lío para nada

Ah, Venezuela. Cuba y Venezuela se van pareciendo cada día más.

Hemos estado muy ocupados en Europa con lo de España y el tema del separatismo y el golpe de Estado en Cataluña, con sus golpistas y demás. Es decir, algunos hemos estado ocupados en el asunto, porque sabemos de qué va el fenómeno, otros se burlan y lo tiran a relajo, como uno de esos ministros alemanes que no pueden creer que los catalanes se sientan más franceses y alemanes que los mismos franceses y alemanes, y que Carles Puigdemont escriba tan ridículamente sus tuits en inglés. ¡Más franceses que alemanes! Lo que hay que ver.

Recuerden aquella entrevista que dio Artur Mas, ¿Artur o Arthur?, en el 2012, donde respondió a la pregunta de "¿es un calvinista en un mundo católico?" eso de: "Más luterano que calvinista. Quizás el ADN cultural catalán está mezclado con nuestra larga pertenencia al mundo franco-germánico. En definitiva, Cataluña, doce siglos atrás, pertenecía a la marca hispánica y la capital era Aquisgrán, el corazón del imperio de Carlomagno. Algo debe de quedar en nuestro ADN, porque los catalanes tenemos un cordón umbilical que nos hace más germánicos y menos romanos". Más facha que esto habría que mandarlo a fabricar. Y ahí está, tan campante, tan corrupto y tan facha, y tan a su aire. El caso es que andábamos entretenidos en esto, más que entretenidos, implicados en este lentísimo golpe de Estado, como en ralentí, que dura ya casi 38 años, y nos hemos hecho de la vista gorda con Venezuela.

Ah, Venezuela. Cuba y Venezuela se van pareciendo cada día más. Aunque todavía en Venezuela existen periódicos y televisiones, hay un Parlamento, y la gente puede salir a las calles a protestar. Todavía en los mercados se consiguen productos en la moneda nacional, escasos, pero hay productos todavía provenientes de algún remoto lugar. Y no han sido esclavizados como lo han sido los cubanos, a un nivel tan denigrante que los esclavos de la época de la colonización española comían mejor que los esclavos actuales.

Tampoco los venezolanos han llegado a la enorme cantidad de muertos a la que llegaron los cubanos, pero todo a su tiempo. No ha habido fusilamientos masivos, por ejemplo. Pero llegará, denle unos meses más. Ramiro Valdés, que es el que maneja el entramado castrista, está listo para eso y para mucho más.

En lo que más se parecen Cuba y Venezuela es en la disidencia. Maduro obedece al castrismo, la disidencia cubana también, la venezolana a ambos. Y así vamos. Digo, van ellos.

De vez en cuando en Cuba surge un opositor como Eduardo Cardet, cual diamante en medio del lodazal. En Venezuela todavía ni pensarlo. No me lo comparen con el socialista Leopoldo López, por favor, nada que ver.

Ah, y espérense un ratito, que ahora, después del sonado fracaso de unas elecciones que todos sabíamos lo que traerían, la MUD volverá a la mudez, o a la tartamudez, y poco a poco, "despacito" –como en el reguetón tan aburridamente famoso–, a sacar a la gente a las calles para que otra vez los jóvenes se inmolen, y así hasta las próximas elecciones, después de un burujón de muertos más.

Miren que se lo hemos advertido, que con los dictadores no se dialoga ni valen elecciones, ni la cabeza de un guanajo. Plomo, lo que hay que echar es plomo, y mientras más hirviente mejor. Pero claro, habría que pedir una intervención extranjera. Están tardando.

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