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Federico Jiménez Losantos

6. ¿A quién y con qué amenaza Arriola?

Por primera vez desde que estalló el caso, El Mundo se hace eco de amenazas vertidas por Arriola en círculos privados pero de forma reiterada, como para que se hagan públicas: “A lo largo de estos años he averiguado muchísimas cosas de muchísima gente, que no están sólo en mi cerebro, y podría responder a los ataques que me están haciendo algunos, pero no voy a decir nada porque no es mi estilo. Voy a seguir trabajando igual, sé que no van a por mí, sino a por otro a través de mí, yo no soy el importante”. Lo último queda claro: Aznar es más importante que Arriola. Lo primero no está claro, pero lo que se vislumbra es tan asombroso como peligroso.

Que “no están sólo en mi cerebro” supone que Arriola ha “averiguado muchísimas cosas” de las que guarda soporte documental. Por lo tanto, con lo que amenaza es con publicar documentos que comprometen gravísimamente a alguien capaz de “ir a por él”. ¿Político? ¿Periodista? ¿Financiero? El caso es que la palabra “averiguar” no deja lugar a dudas sobre el carácter particular y secreto de los documentos gráficos o escritos de tipo incriminatorio que Arriola sigue guardando en otro despacho o en una parte no robada del mismo. ¿Cómo ha averiguado cosas tan peligrosas para la fama y la honra de quienes le atacan? ¿Y quiénes no le atacan para no ser atacados por el arriólico arsenal?

Lo de “no voy a contestar porque no es mi estilo” es precisamente el estilo barriobajero de las figuras más cutres del famoseo y la farándula. Los jesulines y jesulinas, los grandes hermanos y las pequeñas lagartas utilizan siempre ese latiguillo... antes de hablar por los codos, previo pago de su locuacidad. ¿Es éste también el propósito de Arriola? En todo caso, la pregunta se mantiene en pie: esos datos tan delicados para la vida y hacienda de las personas ¿los ha conseguido Arriola por mandato de Aznar o con su aquiescencia y conocimiento? ¿Con qué fondos? ¿Con qué fines? El diario La Razón sugiere en un suelto anómimo que Arriola guarda una lista de personas –seguramente periodistas– agraciadas con “fondos de reptiles. Si eso es cierto, en vez de amenazar, ¿por qué no las publica? ¡Limpiaría tanto el ambiente!

Que los que atacan a Arriola lo hacen en realidad “a otra persona” es una obviedad, pero incompleta. En primer lugar, atacan a Arriola los que creen que ha podido realizar actividades no legales o incluso delictivas para José María Aznar, como investigar la vida privada de los aspirantes a sucederlo. Pero, naturalmente, la censura más grave apunta al Presidente del Gobierno y del PP por tener a su lado, en funciones no muy claras y sí muy caras, a una persona digna de toda desconfianza, pero en quien él ha confiado más que en cualquiera de sus ministros, secretarios y funcionarios. Y al que, de paso, se le ha permitido labrar una fortuna rentabilizando esa cercanía, en lo que es un caso permamente y bochornoso de tráfico de influencias o una manera no menos escandalosa de que otros paguen con grandes sueldos las sumas que no alcanza el tesoro de Génova o de la Moncloa. En ambos casos, terrorífico.

Y si con amenazas, todavía peor.

En España

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