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Juan-Mariano de Goyeneche

¿Da libertad usar software libre?

Eduardo, empresario de éxito, encargó hace años a un gabinete de programación que le hiciera un software de contabilidad a medida, que se adaptara a las necesidades de su empresa. Se lo entregaron, pero en compañía de un disco llave: un disquete especial que no se podía copiar y sin el que el programa no funcionaba.

Ignoro de qué forma se lo explicarían para que no se sintiera insultado, puesto que es evidente que incluyendo esa protección anticopia le estaban diciendo que no se fiaban de él y que le consideraban un pirata irredento, pero el caso es que nuestro protagonista se acostumbró a meter el disco cada vez que usaba el programa.

Y así pasaron los años, hasta que tuvo que comprarse un nuevo ordenador. Su estupor fue entonces mayúsculo al constatar que ya no se vendían con disquetera grande, de 5,25 pulgadas; ahora todas eran del tamaño de los disquetes que caben en un bolsillo: 3,5 pulgadas. Su disco llave de 5,25 no podía leerlo en ningún sitio.

Para más inri, el gabinete de programación había dejado de existir, así que Eduardo se encontró de pronto sin poder usar su programa, que tan religiosamente había pagado. Por no poder, no podía siquiera reclamar a los programadores: habían desaparecido.

Salió del bache gracias a un experto que, mirando los ceros y unos del programa, consiguió anular la parte que leía el disco llave y saltarse así la protección (algunos le llamarían pirata y delincuente por eso).

Finalmente perdí el accidentado rastro de aquel software, pero me temo que habrá pasado definitivamente a mejor vida con el cambio al Euro: aunque las modificaciones necesarias para adaptarlo a la nueva moneda habrían sido mínimas, sin el código fuente no hay nada que hacer.

Resulta sorprendente que con los programas de ordenador pasen estas cosas. Cuando uno arregla una gotera en su casa, nada le obliga a que la reparación tenga que hacérsela la misma gente que edificó el inmueble. Estás en tu casa y contratas a quien quieras para que lo haga.

Sí, ¡pero es que los programas no son tuyos! Aunque los hayas pagado, incluso aunque los hayan hecho ex profeso para ti, ¡no te pertenecen! Tú solamente tienes una licencia de uso. Y si hay que corregir errores o añadir funcionalidades, se le piden amablemente al programador.. si es que sigue existiendo.

Frente a eso, el software libre nos da, efectivamente, libertades sustanciales. Lo hayas encargado para ti y pagado (software libre no tiene por qué ser software gratis) o no, lo primero que te dan es el código fuente. Y, si quieres, puedes encargarles arreglos y mejoras a los que lo escribieron, pero si prefieres que se encargue de ello otra persona o empresa tienes todo el derecho del mundo a llevarle a ellos el código fuente. Porque el primer derecho que se te garantiza es el de modificarlo cuando y cuanto quieras; sin pedir permiso a nadie.

Las empresas suelen ver esto como una importante ventaja: la de no estar sujetas a sus proveedores –de software, en este caso. Es tan simple. Pues pese a ello me sigo encontrando compañeros, ingenieros que se supone que incluso han recibido buenos conocimientos de programación, que cuando les hablo de las ventajas de emplear software libre en sus proyectos me dicen: "tener el código fuente es útil para ti, que programas bien, pero ¿para qué lo queremos nosotros con lo mal que se nos da la programación?". No entienden la libertad.

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