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Amando de Miguel

Trabajadora sexual

Pocas palabras tienen tantos sinónimos en castellano como “prostituta”. Algunos son tan curiosos como “ramera”, pues las pobres putas tenían que poner en el dintel de su puerta una rama para indicar su vituperado oficio. Pero estamos en una sociedad organizada y quién sabe si las firurifas no empezarán a pagar el IVA correspondiente en sus facturas. El último añadido a la lista de sinónimos es la de “trabajadora sexual”. Así lo acabo de ver en una esquela con la que distinguen a su compañera fallecida las pertenecientes a una asociación, llamada Hetaira. Está bien el nombre, pues las hetairas eran en la Grecia clásica las putillas con el equivalente de bachillerato. En el Japón imperial eran las geishas. Si se dice “trabajadora sexual”, habrá que suponer su carácter de actividad por cuenta ajena. Ese “cuenta ajena” solía ser un pájaro de cuenta, con nombres infamantes. Supongo que ahora se distinguirán los tradicionales chulos de los auténticos “empresarios sexuales”, con su impuesto de sociedades y su pertenencia a las asociaciones empresariales. ¿En qué sector de actividad se afiliarán? Como verán, me falta mucho conocimiento en algunos aspectos de la vida social.

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