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José María Marco

Multimillonarios socialistas

La aparición de otra multimillonaria en los principales puestos de las listas del PSOE confirma una percepción que cualquier español ha podido tener en estos últimos veinte años. Y es que al socialismo permanecen fieles una importante cantidad de gente adinerada, algunos de ellos en un grado notable, sin que por otro lado varíen sustancialmente los mensajes políticos del socialismo español.
 
Es verdad que el PSOE renunció al marxismo en los años 70. Pero no ha cambiado el mensaje de fondo, como se demostró en las municipales y sigue demostrándose en la actual precampaña. El socialismo es el partido de los descamisados (como Ruth Porta), de los indigentes (como Miguel Boyer antes de su desengaño) y de los proletarios desfavorecidos y marginados, como Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo.
 
Los sarcasmos no varían la situación. El PSOE, trufado de multimillonarios, sigue viéndose a sí mismo como un partido de la clase trabajadora y está muy lejos de haber hecho el giro ideológico y moral que ha hecho el laborismo inglés con Tony Blair. Se puede pensar en varias causas.
 
La primera es que siguen fieles al PSOE todos los que alcanzaron un puesto de trabajo estable –como lo eran entonces– y, sobre todo, una prebenda parasitaria en la función pública en los años 80, cuando el gobierno largo de González. Como desde entonces han tenido la vida resuelta, no han tenido que variar sus convicciones y han seguido votando al PSOE. Aunque esto sea probablemente cierto, explicaría el respaldo de una cierta clase media, no la abundancia de multimillonarios en el socialismo.
 
Hay quien dice que el socialismo es de por sí cosa de señoritos, funcionarios y parásitos. También esto es cierto porque, obviamente, quien se ha tenido que ganar la vida por su cuenta jamás querrá saber nada de socialismo. En cambio, tiende al socialismo quien no se ha ganado el dinero que le detrae el Estado: exactamente el caso de nuestra flamante número dos socialista, millonaria de familia y funcionaria a la vez.
 
Pero hay otra cosa. Son los apellidos. Y eso añade otro matiz, de orden histórico. El socialismo en España se nutre muy sustancialmente de la clase media española, pero no de la clase media de hoy, sino de los descendientes de la clase media del siglo XIX. Son socialistas los nietos o bisnietos de los que en el siglo XIX fueron progresistas o liberales. Muchas de estas familias se hacen socialistas –o se radicalizan– en los años 20 y 30, progresan bajo Franco, pero siguen profesando, como una seña de identidad, el socialismo-izquierdismo obrerista al que se convirtieron alguna vez. Son auténticos linajes, que han ido acumulando dinero, influencias y contactos con el tiempo. En los años 70 se hacen con el poder intelectual y académico y cooptan a quienes quieren seguir disfrutando de sus prebendas, como es el caso de los retoños izquierdistas de las familias de derechas.
 
Frente al PP –que ha acogido a dos tipos distintos de clase media, los descendientes de los que no se convirtieron al socialismo en su tiempo, y los que han accedido a la prosperidad con los populares, después de que el PSOE hiciera todo lo que pudo para impedírselo– estas mafias aristocráticas siguen dispuestas a defender sus privilegios. La presencia de Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo en el PSOE es un síntoma de esa peculiar lucha de clases.

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