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La fuerza hispano-marroquí que va a actuar en Haití, en el marco de las operaciones de paz de la ONU, ha sido calificada de simbólica por fuentes oficiales. Que unos españoles pongan pie en la isla de La Española siempre tendrá su carga simbólica, aunque sólo sea para que periféricos escolares peninsulares se pregunten por ese extraño nombre: ¿Por qué no se llama Isla del Estado Español? ¿Qué pasó en 1492?
 
Pero, claro, lo simbólico de verdad es que te calienten bien Ceuta y Melilla, te hagan el juego de los cubiletes diplomáticos (¿dónde está el embajador?), te ocupen un islote a ver qué pasa, te reivindiquen vasto territorio patrio, sufras el mayor ataque terrorista de la historia de Europa a manos de un elenco de actores básicamente marroquíes, te la cuelen en el momento justo con el plan del Sahara y a ti, faro de España, te dé por el simbolismo y, lejos de recurrir a Mallarmé, organices una excursión mixta nada menos que a Haití. Francia ya tiene dos peones al sur, por este orden: Marruecos y España.
 
La decisión de la acción conjunta con Marruecos coincide con el aplazamiento de la audiencia de Zapatero a los presidentes de Ceuta y Melilla, los populares Vivas e Imbroda. Serán, después del verano, los últimos presidentes autonómicos que desfilen por La Moncloa, lo que imagino que también simbolizará algo, como la prioridad concedida a Maragall e Ibarretxe.

“Los moros que trajo Bono a Port Prince quieren entrar”, podrán cantar bajo los efectos de algún bebedizo los viejos tonton macoutes, añadiendo un ritmillo zumbón a la vieja melodía de los milicianos españoles. Y nosotros, desde aquí, a bailar la danza multicultural, polivalente y abracadabrante. Como una mancha de aceite, la anomia, la política del poder por el poder, la demagogia relativista, el espíritu del Fórum, la trasgresión anticlerical y el resto del cochambroso bagaje progre, se extiende hacia todos los ámbitos de lo público. Política del símbolo que, o nada simboliza, o es inútil o es contraproducente. Todos girando al son del enemigo, sin perder la sonrisa. Deberían recordar lo que les va pasando a los concursantes de la cinta de Sydney Pollack They Shoot Horses, Don’t They?

En España

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