Desde que en diciembre de 1998 Hugo Chávez ganó las elecciones presidenciales en Venezuela dedicó todos sus esfuerzos y recursos del Estado a polarizar políticamente al país enfrentando a quienes apoyan el experimento “bolivariano” y quienes lo rechazan.
Nunca creyó “el comandante” que la oposición consiguiese las firmas necesarias para convocar el referéndum revocatorio ni mucho menos que fuera capaz de superar todos los obstáculos que su gobierno fue colocando sucesivamente para evitarlo. Mientras Chávez gastaba millones de dólares en esta maniobra, desplegaba su retórica incontenible, silenciaba a los medios de comunicación críticos, encarcelaba a los militares hostiles y amenazaba con sus bandas de la porra a los ciudadanos disconformes, el país se empobrecía a marchas forzadas.
Más del 70% de los venezolanos son pobres pese a que el petróleo casi ha triplicado su precio en los últimos seis años. Se trata, pues, de un país rico con ciudadanos en la miseria algo que conoce cualquier economista con tal que estudie en profundidad el caso cubano, espejo en el que se mira embelesado Chávez todas las mañanas.
El despilfarro de Chávez para ganar como sea este referéndum se refleja en las cifras de gasto público: en el primer de este año el gasto superó ¡en un 97% el del primer trimestre del 2003 y en un 45% al del año 2002! ¿Quién da mas? Claro que esta millonada no la controla ni siquiera el Banco Central de Venezuela y el dinero para las “misiones” (programas supuestamente sociales subvencionadas por la compañía petrolera nacional) va directamente al Ministerio de Finanzas que lo pone a disposición del autócrata para repartirlo entre sus seguidores. No hay, por ejemplo, información sobre el destino de este dinero, el sistema de reparto y los beneficiarios del mismo: nadie sabe cuanto le están costando al país programas como “Barrio Adentro”, “Misión Robinson”, “Misión Ribas”,etc Una parte importante del dinero se lo llevan los 10.000 médicos cubanos que se encuentran en Venezuela en “misiones internacionalistas” (como en Angola, Nicaragua y otros destinos semejantes), otra parte va directamente para el reparto gratuito de alimentos y productos electrodomésticos entre las población de los “ranchitos” (barrios miserables) que rodean la capital y donde el chavismo cuenta con mayor número de seguidores.