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EDITORIAL

ZP supera a González en su asalto a la Justicia

"En lugar de resucitar a Montesquieu, el PP se unió a sus sepultureros. Pues bien. Cría cuervos, que te sacarán los ojos"

En numerosas ocasiones hemos criticado a Aznar y al PP por no haber cumplido durante su gobierno aquella promesa suya de regeneración democrática que consistía en restablecer la independencia del poder judicial que los Gobiernos felipistas, al grito guerrista del “Montesquieu ha muerto”, habían conculcado. En lugar de volver al espíritu y a la letra de la Constitución en lo referente al sistema de elección de los miembros de los máximos órganos judiciales, el ejecutivo de Aznar prolongó la supeditación felipista del poder judicial al legislativo para, finalmente, firmar en el 2001 un apaño político con el PSOE que, bajo el pomposo nombre de “Pacto por la reforma de la Justicia”, se limitaba a maquillar y prolongar ese sistema de elección judicial basado en cuotas de poder político.
 
Pues bien. Cría cuervos, que te sacarán los ojos. El PSOE de ZP, en lugar de esperar a imponer en el CGPJ su nuevo peso en el parlamento, pretende alterar ahora las mayorías necesarias para que los miembros del actual consejo lleven a cabo sus nombramientos judiciales. Así, y gracias a la proposición de Ley instigada por el PSOE, IU y los independentistas catalanes, los vocales propuestos por el PP tendrán a partir de ya que alcanzar pactos con los consejeros designados por el PSOE para poder llevar a cabo los nombramientos de los miembros del Tribunal Supremo, cuya renovación está a la vuelta de la esquina. Sin embargo, en el próximo Consejo, cuya composición reflejará el actual escenario parlamentario con la nueva mayoría socialista, el PSOE y sus socios podrían alcanzar previsiblemente los 13 votos y no tendrán necesidad de contar con los vocales que designe el PP.
 
Tiempo habrá para denunciar el sectarismo orgulloso de serlo que caracteriza a las designaciones judiciales del PSOE, al que, ciertamente sería injusto equiparar a las del PP. Pero ahora cabe señalar la candidez de quienes durante tanto tiempo proclamaron que con ZP se pasaba en el PSOE la página del felipismo, así como denunciar también la condescendencia y miopía de los medios que tan dócilmente aceptaron que el PP abandonara la promesa de resucitar a Montesquieu para unirse al coro de su sepultureros. En el pecado, la penitencia.

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