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Federico Jiménez Losantos

Aznar recuerda a Cascos, Rajoy encuentra a Acebes

Tal vez ahora pueda entenderse mejor el mensaje de Aznar a su sucesor cuando hizo un inesperado (que no inmerecido) elogio de Álvarez Cascos en su vibrante discurso al XV Congreso del PP.

Las declaraciones de Rajoy tras la rebelión de Gallardón y su Cobi crearon no poca inquietud y mucha preocupación en los militantes, porque parecían augurar una tibia, calculada y descomprometida equidistancia entre Aguirre y el alcalde de Madrid, con la consiguiente pérdida de autoridad de la flamante dirección popular. Pero la aparición de Ángel Acebes atacando abiertamente al polanquismo de derechas, oportunismo de centro o como quiera denominarse ese partido, banda o secta de Gallardón demuestra que estamos ante una división de papeles entre el Presidente y el Secretario General del PP, pero que ambos son conscientes de que lo que quiere Gallardón no es simplemente sabotear a Aguirre si no se somete a sus dictados, sino poner contra las cuerdas a Rajoy para tratar de ocupar su puesto. Nada nuevo, aunque nunca fue tan descarado. Y nada nuevo tampoco que la dirección recoja el guante. No puede permitirse una derrota así. Y el partido, tampoco.
 
Tal vez ahora pueda entenderse mejor el mensaje de Aznar a su sucesor cuando hizo un inesperado (que no inmerecido) elogio de Álvarez Cascos en su vibrante discurso al XV Congreso del PP. A la situación en Galicia, Extremadura, y Ceuta, al marasmo en que se debate el partido en Cataluña y a la grave división en la Comunidad Valenciana viene a sumarse ahora la rebelión abierta de Gallardón, el aspirante a todo todo el tiempo, con la evidente intención de demostrar que él puede poner al PP patas arriba, de forma que lo más razonable es que se pongan todos boca abajo. Tanto tiempo con Polanco le han contagiado sus costumbres, menos madrileñas que sicilianas. Antes o después, tenía que pasar. Y como además Gallardón ve que su oportunidad está a punto de pasar del todo, no es sorprendente que su ambición y su estresado sistema nervioso le hayan conducido a este abierto desafío a Rajoy.
 
Acebes se dispone a ocupar el lugar de Cascos, el de policía malo, dejando para Rajoy la sonrisa y el papel de policía bueno, por si hay que rescatar heridos y prisioneros tras la batalla de Madrid. Sobre la solidez de la posición de Aguirre y la endeblez de la candidatura de Gallardón y su Cobi no hay mucho que añadir. Lo nuevo es la voluntad de pelea de la dirección del partido. Si Aznar tuvo a Cascos, Rajoy tiene a Acebes. Por eso sorprende aún más que Ana Botella diga que “no reconoce a su partido”, cuando empieza a parecerse tanto al de su marido en los años de oposición. Se ve que entre la Moncloa y Gallardón le han provocado una inoportunísima pérdida de memoria. A lo mejor piensa que Gallardón representa mejor que Rajoy y Acebes la continuidad política de Aznar. A lo mejor es su partido el que no la reconoce a ella. Porque la situación la conocemos y la reconocemos todos. Y la solución, también.

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