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Eduardo Pedreño

Google no es dios

Intentar hacer creer que Google es una especie de guerrero invencible que todo lo hace bien y en quien debemos confiar ciegamente es un error en el que no debemos caer

En los últimos seis años Google ha ido de menos a más camino de la conquista de un olimpo empresarial en el que ya se encuentra, fruto tanto de sus propios méritos como empresa como de los deméritos de los demás, a través de una crisis que casi acaba con la Internet comercial. Google se ha ganado a pulso su actual estado de gracia porque ha sabido llevar con acierto, gracia y permanente contacto con el cliente su gestión empresarial. El gran mérito de Google no es tecnológico (que también) sino sobre todo social, porque ha sabido conversar con sus usuarios al más puro estilo Cluetrain, y ganarse para su causa a los clientes estando muy pendiente de sus necesidades.
 
Sin embargo, y precisamente a consecuencia de su saber hacer, se han creado en torno a Google toda una serie de percepciones y falsos axiomas que hacen un flaco favor, tanto a los usuarios como a la propia empresa, a la que dudo que le haga gracia haberse convertido en una miniburbuja bursátil y haber resucitado fantasmas del pasado. Google es una gran empresa, pero ni todo lo que toca se convierte en oro, ni su tecnología es siempre revolucionaria, ni supera tecnológicamente a sus rivales, ni tiene allanado el camino para vencer en las guerras en las que le toca luchar en el futuro inmediato. Ni vale los 200 dólares por acción que superó recientemente durante la jornada bursátil.
 
La realidad es que Google se haya inmerso en una guerra de consecuencias cruciales para el futuro de la Red, y aunque se halle muy bien posicionado otros ya han batallado en guerras parecidas y perdido contra los Microsofts de turno (recuérdese Netscape con nostálgica añoranza). Google sirve ahora mismo el 70% de las búsquedas a nivel mundial, pero el logro esconde sus servidumbres: por ejemplo, la creciente degradación en los resultados del buscador, que obedece a problemas técnicos no confesados; o los problemas con su doblegación a la censura china, que dicen bien poco a favor del "buen rollito" que tanto cultivan los directivos de Google. Google sabe mucho –demasiado– y algún día esa cantidad de poder se puede volver en su sombra.
 
Con respecto a la competencia, la guerra de los buscadores no ha hecho más que empezar. En las últimas semanas hemos visto el posicionamiento de muchos de sus competidores que están dispuestos a todo, incluso a copiar las formas de Google para encantar a sus usuarios: Yahoo, MSN de Microsoft, A9 de Amazon, Askjeeves, Snap.com o Clusty.com han presentado nuevas herramientas e ideas que nada tienen que envidiar a las virtudes tecnológicas de Google y que en muchos aspectos superan al gigante de las búsquedas. Amazon incluso se permite regalar descuentos a los usuarios de su buscador.
 
En este contexto, Google tiene poco que ganar y mucho que perder. Además, al mismo tiempo la batalla se traslada a otros elementos. A la búsqueda de noticias se han ido sumando la de imágenes, newsgroups, noticias, etc... El futuro es lo local y lo inmediato (es decir, el escritorio) y Google se ha apresurado a presentar una herramienta, el Google Desktop, interesante en prestaciones aunque fácilmente replicable por sus competidores, en una dimensión (la del escritorio) en la que resulta muy difícil arrebatar cuota de mercado al monopolista Microsoft y sus interminables tentáculos. En lo local Yahoo y Google empiezan a posicionarse agresivamente, y nos queda preguntarnos de que forma reaccionarán Páginas Amarillas o QDQ en España ante el envite.
 
Google es una gran empresa, me atrevo a decir que con un gran futuro y excelentes gestores. Pero es, al fin y al cabo, una empresa cotizada, con la obligación de presentar resultados y dar cuentas a sus accionistas, y con retos importantes en el corto, medio y largo plazo. Intentar hacer creer que Google es una especie de guerrero invencible que todo lo hace bien y en quien debemos confiar ciegamente es un error en el que no debemos caer. Como se comenta en muchos cenáculos de la competencia, hay que empezar a desterrar la idea, asentada en el subconsciente de muchos usuarios y periodistas, de que Google es dios. La guerra de los buscadores lo va a demostrar, y los usuarios vamos a ganar mucho con ello.

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