Era muy difícil creer que el representante de Torres se hubiera adentrado él solito, careciendo de la imprescindible brújula y sin previa autorización y conocimiento de su representado, en el laberinto en el que se introdujo el otro día. Era difícil creerlo, aunque no era imposible que se hubiera producido así; en el apasionante mundillo de los intermediarios se han presenciado situaciones mucho más esperpénticas en las que el representante ha llegado incluso a confundir la complicidad (o la amistad) y ha usurpado la identidad del "crack", pensando y decidiendo por él. Parece que éste no es el caso y que lo dicho el otro día por el amigo Petón responde a la famosa "táctica del velociraptor", dinosaurio de la familia de los terópodos y que, al parecer, cuando atacaba en grupo lo solía hacer cada uno por un flanco para así sorprender a la víctima.
Lo de Petón podría haber sido un traspiés, un vahído, un ligero síncope; lo de Torres, no. El representante tiró la caña hace un par de semanitas con aquello del paso y el peso de la historia (parecía J.F.K. más que Petón), y Torres fue ayer a TV 3 para comprobar "in situ" si efectivamente había o no había pececillos en el río por los que mojarse el culo. Fernando, que de "niño" tiene lo que yo de corista de Concha Márquez Piquer, se dejó querer por el Barcelona justo cuando el próximo domingo el Atlético de Madrid visita el estadio culé. Sólo le faltó dar el paso que el otro día ofreció Samuel Eto'o que parece el desaparecido, y por fin reencontrado después de tantos años de ausencia, sobrino camerunés de Joan Gamper, ilustre fundador del club.