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EDITORIAL

Un intenso olor a podrido

Quedan muchos flecos sueltos, demasiados interrogantes y un intenso olor a podrido que se está empezando a apoderar de la investigación de los peores atentados de nuestra historia.

Cuando desde el PSOE y asimilados se ultimaban los preparativos del carpetazo final a la Comisión del 11 de marzo la realidad se ha empeñado, una vez más, en demostrar a nuestros representantes que la trama que organizó los atentados de Atocha tiene más pliegues que la piel de un cocodrilo. Esta misma semana el diario asturiano La Nueva España revelaba que Fernando Huarte, un destacado dirigente socialista de Gijón, había mantenido varias reuniones con el terrorista islámico Abdelkrim Benesmail cuando éste se encontraba en la prisión de Villabona. A primera vista no parecía nada del otro jueves. Un simple concejal asturiano, simpatizante de la causa palestina, que acudía regularmente de visita a la cárcel para consolar y prestar ayuda a presos musulmanes. Sin embargo, la exclusiva del rotativo asturiano iba más allá. Benesmail no sólo fue condenado en 2001 por su pertenencia al mortífero GIA o Grupo Islámico Armado, sino que mantenía una relación especialmente fluida con Allekema Lamari, el cerebro de la matanza del 11-M que se suicidó en Leganés en abril del pasado año.
 
Las visitas de Huarte al penal de Villabona, además, no se enmarcaban dentro de las tradicionales campañas de apoyo a los presos sino que el concejal era amigo personal de Benesmail, un terrorista que, dicho sea de paso, se mereció los elogios de un miembro de Jarrai por lo resolutivo de sus métodos a la hora de sembrar el terror. ¿Cuál fue la relación de Huarte con Benesmail? Eso es lo que se desconoce y que seguirá siendo una incógnita si el concejal gijonés no comparece de inmediato ante los comisionados. Porque siendo ya anormal que un político de un partido democrático mantenga tan buena relación con un despiadado terrorista vinculado con el autor intelectual del 11-M, lo es aun más que los ciudadanos no puedan saber en que consiste esa buena relación.
 
Es esta y no otra la intención del Partido Popular muy a pesar de la maniobra de ocultación y acusaciones infundadas que se ha articulado en torno al, como poco, oscuro affaire Benesmail. Pero la buena disposición de los populares para que los ciudadanos conozcan la verdad ha chocado de nuevo con el veto socialista en la Comisión. Huarte que, tal y como reveló Libertad Digital, es un próspero empresario de la minería, se encuentra de viaje en Brasil pero tiene a un paisano o, mejor dicho, a dos paisanos en Madrid que le han garantizado la tranquilidad. Estos dos paisanos son Álvaro Cuesta y Gaspar Llamazares. ¿Por qué los portavoces del PSOE e Izquierda Unida no quieren que Huarte ilustre a sus señorías sobre la privilegiada relación que un día tuvo con un terrorista del GIA? Misterio que sólo se desvelará si Interior remite a Zaplana cuál es la relación entre Cuesta y Huarte. Parafraseando a Shakespeare, algo huele a podrido en Asturias. Demasiadas piezas, demasiado cercanas que están pidiendo a gritos un rápido esclarecimiento.
 
El inesperado cambio de postura de Paulino del Rivero, presidente de la Comisión, es esperanzador pero insuficiente. No está aun decidido que Huarte vaya a presentarse y a lo largo de los últimos meses muchas comparecencias se han visto frustradas por el perenne veto de socialistas, comunistas y nacionalistas, curioso tridente parlamentario cuyo objetivo, a lo que se ve, es dificultar al máximo las labores de investigación de unos comisionados a los que se les empieza a acumular el trabajo pendiente sobre la mesa. Y como muestra, una nueva detención. El sirio Mohannad Almallah fue arrestado ayer en Madrid por segunda vez por su vinculación con el 11-M. La policía sospecha que se dedicaba a reclutar jóvenes islamistas en la capital para enviarlos a campos de entrenamiento de terroristas en el extranjero. Una simple nota de agencia sino fuese porque Almallah es militante del PSOE desde el año pasado, exactamente desde el mes de mayo, un par de meses después de la tragedia. Volviendo sobre Shakespeare, algo huele a podrido en el PSOE. ¿Cómo llegó Almallah hasta la agrupación socialista del barrio de San Blas?, ¿por qué un individuo que había sido detenido por su implicación en el 11-M eligió el PSOE como opción política para afiliarse? Quedan muchos flecos sueltos, demasiados interrogantes y un intenso olor a podrido que se está empezando a apoderar de la investigación de los peores atentados de nuestra historia.

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