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EDITORIAL

¿Proseguirán los “eurócratas” su huida hacia adelante?

Podrán hacer el avestruz y emprender cuantas huidas hacia adelante quieran, pero la realidad es tozuda. Y Holanda no ha sido la última ocasión que tengan para comprobarlo

Con una participación del 62,8 por ciento –24 puntos mayor que la registrada en las elecciones al Parlamento Europeo en junio de 2004 y 17 puntos mayor que la que pronosticaban los sondeos–, el 61,6 por ciento de los ciudadanos holandeses, frente a un 38,4, han rechazado la mal llamada “Constitución Europea”.
 
Tan sólo tres días después de que los franceses dijesen un "no" rotundo al texto elaborado por Giscard d'Estaing, la negativa, todavía mayor, de los holandeses debería suponer el "no" definitivo a un Tratado que exige la ratificación de cada uno de los veinticinco estados miembros de la UE.
 
Y decimos “debería”, por que las tentaciones para eludir la realidad y el veredicto de los ciudadanos, no han hecho más que aumentar desde que los partidarios del sí han empezado a estrellarse en las urnas. Es lamentable, pero los promotores de un tratado elaborado a espaldas a la opinión pública, que quiere “construir” una Europa al margen de los ciudadanos, no van a perder el aliento por que los ciudadanos se nieguen a firmarles más cheques en blanco.
 
Hay que empezar por recordar que la inmensa mayoría de los pocos gobiernos que someten a refrendo ese engendro jurídico, político y ético, que se quiere elevar a la categoría de Carta Magna europea, han tenido un calculado y bochornoso cuidado de no considerar “vinculante” el resultado de la convocatoria. Para colmo, 14 sobre 25 gobiernos han eludido, directamente, someter a consulta ciudadana el tocho de marras, para ratificarlo, directamente, vía parlamentaria.
 
La reacción de los eurócratas y partidarios del sí a la negativa francesa no ha podido ser más ilustrativa de que no van a tirar la toalla. Chirac no sólo se ha negado a presentar su dimisión, sino que, en un relevo de Raffarin que ya estaba previsto al margen del referéndum, ha colocado como nuevo primer ministro a un político que como Villepin no es otra cosa que más de lo mismo. Para colmo, la más esperanzadora alternativa a Chirac puede ser neutralizada al aceptar Sarkozy formar parte como ministro del gobierno galo.
 
Es más. Chirac acaba de pedir por carta a sus colegas que la Unión Europea se tome el tiempo "necesario" para analizar las consecuencias del rechazo de los franceses a la Constitución europea en el referéndum del pasado domingo. Vamos, como si el “No” francés –o el holandés– pudiera significar otra cosa transcurrido un tiempo. De hecho, el presidente galo ha querido tranquilizar a sus colegas europeos asegurándoles que se comprometerá personalmente para que la negativa ciudadana "no ponga de ningún modo en entredicho el compromiso histórico y profundo de Francia en la construcción europea".
 
Si en España dirigentes del PSOE como Blanco se han sumado a la “solución” de Giscard –que pasa por repetir los referéndum en aquellos países donde los ciudadanos se nieguen a ratificar el tratado– , desde Bruselas se ha soslayado el imperativo de la ratificación en todos y cada uno de los países miembros para empezar a hablar de mayorías cuantitativas. Así acudiríamos al espectáculo de ver como los promotores de un tratado que respeta la soberanía nacional de sus Estados miembros, tratan de no respetarla de cara a su aprobación.
 
En fin. Podrán hacer el avestruz y emprender cuantas huidas hacia adelante quieran, pero la realidad es tozuda. Y Holanda no será la última ocasión que tengan para comprobarlo.

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