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EDITORIAL

Nueva bofetada diplomática de Rabat

Cualquier gobierno de nuestro entorno, en circunstancias similares, ya hubiera llamado a capítulo a nuestro embajador en Rabat o, por lo menos, le hubiera hecho llegar al gobierno marroquí la más solemne protesta diplomática

Las autoridades marroquíes, por tercera vez y en menos de un mes, han impedido a una delegación española desembarcar del avión en el que se había dirigido a El Aaun con el objetivo de comprobar sobre el terreno el respeto a los derechos humanos del pueblo saharaui.
 
La delegación española, compuesta por parlamentarios andaluces y representantes sociales del llamado “Intergrupo de Solidaridad con el Pueblo Saharaui", tenía previsto reunirse con algunas ONG y representantes de la Misión de la ONU para el Referéndum en el Sahara Occidental, así como con el gobernador de la provincia. Tras más de dos horas de retención el avión tuvo que regresar a Las Palmas.
 
Cualquier gobierno de nuestro entorno, en circunstancias similares, ya hubiera llamado a capítulo a nuestro embajador en Rabat o, por lo menos, le hubiera hecho llegar al gobierno marroquí la más solemne protesta diplomática. Moratinos, sin embargo, no ha pronunciado la más leve queja ante la nueva bofetada diplomática del régimen alauita. Ni siquiera lo ha hecho el presidente andaluz, Manuel Chaves, que ha visto como nos devuelve Rabat la invitación a una delegación marroquí que, hace escasas semanas, viajó a Andalucía y fue recibida, con todos los honores, en el parlamento autonómico.
 
A lo que sí se ha dedicado el gobierno de ZP, y desde hace semanas, es a presionar a los representantes de su partido para que no volvieran a participar en misiones que tengan por objetivo la supervisión de los derechos humanos en nuestra ex colonia. Todo, para arremeter ahora contra nuestros compatriotas por su “inoportuno viaje”.
 
Si esta actitud de reiterada condescendencia y servilismo hacia regímenes opresivos, como el marroquí es lo que ZP entiende por la “Alianza de Civilizaciones”, sus víctimas van a ser desde luego muchos más que los vejados saharahuis, que ven como, desde el 14-M, el gobierno de España mira hacia otra parte. Si esta renuncia moral y política hacia Rabat muestra cómo entiende el gobierno de ZP el compromiso histórico y político de nuestro país hacia nuestra antigua ex colonia, la ONU ya puede ir buscándose a otro mediador. Y el maltratado pueblo saharaui, desde luego, otro aliado.

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