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Antonio José Chinchetru

Gracias a los lectores

Hasta que tenga más datos, reconozco que me he equivocado y precipitado. Pido disculpas a los lectores por ello y doy las gracias a los que educadamente me han hecho reflexionar.

La semana pasada ocupaba este espacio virtual un artículo titulado Fundamentalismo del software libre en el que se criticaba la decisión del Gobierno noruego de que la Administración de su país deje de aceptar formatos propietarios en sus relaciones a través de Internet. A la hora de escribirlo no tuve en cuenta algunos elementos, lo que me condujo a una argumentación y unas conclusiones en buena medida equivocadas. Si he podido salir de mi error ha sido gracias a los comentarios, en su inmensa mayoría muy amables, que me han hecho llegar muchos lectores conocedores de la materia tratada.
 
Aunque sigo teniendo mis dudas al respecto, creo que muchas de las críticas a mis argumentos son pertinentes y, por tanto, yo estaba en gran parte equivocado. Me siguen escamando las intenciones del Ejecutivo noruego –no me extrañaría que entre los objetivos de la medida, aunque posiblemente no sea el único ni el principal, se encuentre el dañar a Microsoft por mero populismo– pero reconozco que dista mucho de ser "fundamentalismo". Como me han señalado muchos lectores, entre los formatos no propietarios figuran algunos como el .rtf (rich text format), que es una de las posibilidades que ofrece Word a la hora de guardar un documento.
 
Si el Gobierno de Noruega opta por una solución de este tipo, bienvenido sea. Pero si elige otro formato no propietario no disponible en Word y otros procesadores como WordPerfect, entonces sí estaremos ante un caso de fundamentalismo de software libre. Hasta que tenga más datos, reconozco que me he equivocado y precipitado. Pido disculpas a los lectores por ello y doy las gracias a los que educadamente me han hecho reflexionar.
 
Esta cuestión es un buen ejemplo de las posibilidades de comunicación con los periodistas que ofrece la Red a los lectores, siempre que aquellos den las herramientas adecuadas. Los comentarios me han llegado tanto a través de correo electrónico (dos ejemplos de ello) como de comentarios en mi bitácora. Eso es posible debido a que las personas interesadas en responder personalmente al artículo han encontrado en Internet el modo de hacerlo de una forma rápida y cómoda.
 
Una dirección de correo (antes sólo disponible en Sobre la Red 2.0 pero a partir de ahora también al final del texto de esta sección en forma de vínculo en mi nombre) y un sistema de comentarios en el blog, han sido los vehículos utilizados para comunicarse y mostrar objeciones al artículo. Los lectores son los primeros beneficiados de estas posibilidades de comunicación con los periodistas, pero también lo son estos últimos. Acceder de forma directa a las críticas y correcciones que puedan hacer quien lee los textos de uno no debe ser percibido como una amenaza, es todo lo contrario. Se trata de una herramienta muy poderosa y beneficiosa, puesto que permite darse cuenta de lo errores que uno comete o conocer nuevos aspectos de una cuestión que antes no se habían tenido en cuenta. Incluso, en ocasiones, permite que se conozca gracias a un lector una cuestión de la que no se tenía noticia y que puede resultar muy interesante para futuros textos. Sin duda alguna, de esta manera también te llegan insultos y ofensas de distinto tipo, pero es un mal aguantable frente a los beneficios.
 
La reacción de muchos lectores a mi anterior artículo no sólo me ha permitido darme cuenta de que debía rectificar. Me ha confirmado algo que antes sabía pero que no había valorado en su justa medida: el valor de que quien te lee se pueda comunicar contigo. Por todo ello, muchas gracias.

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