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EDITORIAL

La comisión del 11-M, en ridículo

Es obligado preguntarse ahora la fecha en la que el Gobierno supo de este documento. ¿Lo sabía ya cuando se escandalizaron ante la afirmación de Aznar de que atentar tres días antes de unas elecciones no era una casualidad?

Las Brigadas de Abu Hafs al Masri no son un grupo del que sepamos mucho. Reivindicaron los atentados del 11-M como también asumieron como propio, en su día, el gigantesco apagón de EEUU y Canadá que resultó ser una avería, o el atentado de agosto de 2003 contra el Hotel Marriot de Jakarta, obra de otro grupo denominado Yemaah Islamiya, o los recientes ataques a Londres. Sin embargo, el documento con su firma encontrado en el ordenador de “El Chino” demuestra que esta reivindicación en concreto la hicieron para echar al Partido Popular del poder y su presencia aporta una primera prueba documental sobre los objetivos del 11-M: lograr que España se plegase al chantaje islamista ayudando a auparse al poder a un partido que había mostrado su voluntad de ceder ante el terror.
 
Ciertamente, ese objetivo se cumplió. Millones de personas, que tenían pensado abstenerse de votar o hacerlo a favor del Partido Popular, hicieron posible la inesperada victoria de Rodríguez Zapatero. Aunque Alonso asegure que "las sociedades democráticas, abiertas, plurales y tolerantes" funcionan bajo la premisa de "nunca ceder al chantaje de los terroristas", lo cierto es que el Gobierno del que forma parte lo hizo con la precipitada huida de Irak pero, sobre todo, con la petición a los demás miembros de la coalición de seguir su ejemplo. Quizá porque el socialismo de Zapatero no se siente cómodo con la democracia, la pluralidad o la tolerancia.
 
Este documento da más peso a las conclusiones del PP en la comisión y añade alguna pregunta más a las 63 incógnitas con las que denunció el prematuro cierre de la misma. Es obligado preguntarse ahora la fecha en la que el Gobierno supo de este documento. ¿Lo sabía ya cuando se escandalizaron ante la afirmación de Aznar de que atentar tres días antes de unas elecciones no era una casualidad? ¿Lo sabía ya cuando Zapatero afirmó ante la comisión, con una soberbia infinita,  que ya se sabía todo lo que debía saberse sobre el atentado? Porque si José Luis Rodríguez Zapatero no mintió en su comparencia, la única conclusión que cabe establecerse es que ya entonces conocía la ayuda que recibió de los terroristas para auparse en el poder. Esto explicaría el afán de los socialistas por enterrar el 11-M e intentar convencer a la derecha que mirara hacia el futuro y se olvidara de aquellos días de marzo, como si ellos no hicieran más que mirar al 36, buscando una legitimidad que no encuentran en su triunfo electoral.
 
No parece que esta vaya a ser la única revelación con que los medios de comunicación van a arrojar más luz sobre los atentados y, por tanto, parece difícil que este asunto se ahogue en el olvido. Cada nueva exclusiva, cada nueva noticia, será un dedo acusador contra quienes decidieron cerrar una comisión cuando estaba tan lejos de poder ofrecer cualquier conclusión fundada en los hechos, y no en los prejuicios. Cuanto más conozcamos sobre los ataques que el terrorismo islamista dirigió a España, más vergonzosa parecerá la actitud quienes, desde el 14 de marzo de 2004, ya no quisieron saber más.

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